¡Qué diferente es ver todo desde la perspectiva de Dios! ¿verdad? Hasta nuestras circunstancias son tan insignificantes cuando estamos mirando desde la perspectiva del Señor. Con Cristo estamos sentados en los lugares celestiales, allí fuimos llevados cuando resucitamos a su vida y debemos recordarlo cuando las circunstancias nos quieran apabullar.
Todas las cosas están en Cristo, todo lo que es Cristo está a nuestra disposición para vencer cualquier adversidad. Cristo es nuestra victoria. En la cruz no solo fue puesto nuestro pecado, nuestra vieja humanidad, también fueron vencidas todas las circunstancias adversas.
Él está en nuestro diario vivir, nuestra herencia no está fuera, está en Cristo en los lugares celestiales. Es su plenitud frente a nuestra vaciedad, es su fuerza ante nuestra debilidad, nuestra herencia es todo lo que Él es, es nada de nosotros mismos, es todo de Cristo y en nuestra vaciedad el Señor dará a conocer a Cristo a los demás y obrará a través de nosotros.
Dios nos sentó en los lugares celestiales para que disfrutemos de lo que Él nos ha dado y entendamos que todo es por la gracia del Señor, Él no nos invita a que hagamos algo por nosotros mismos.
En Él descargamos todas nuestras circunstancias, todo peso que nos asedia, en sus manos dejamos todo aquello que nos presiona, que nos molesta, rendimos nuestra vida, nuestro futuro, nuestras preocupaciones y permitimos que Él lleve nuestras cargas.
Mirar desde su perspectiva es descansar en Él, en su gracia infinita. Todo es dado por Él, el Señor Jesús es suficiente, Dios es el Eterno Dador y el Eterno Hacedor, estamos sentados con Él en los lugares celestiales, pues Él capaz de dar y de hacer sin nuestra ayuda.
Descansemos en eso y pongamos nuestra mirada en Él, eso nos ahorrará mucho sufrimiento y demasiada ansiedad.
Esta foto la tomé ayer desde un sexto piso y aunque no es tal alto, desde allí todo se ve diferente; así es desde los lugares celestiales.
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