Volver a esas sendas antiguas no es regresar a los viejos ornamentos, ni a las antiguas tradiciones judías o tradiciones religiosas de algún tipo, ni a los ritos y costumbres del pasado, es regresar a la Vida, al reposo de Dios, al descanso de nuestra alma, que es Cristo. Todo lo demás solo era sombra y figura de algo mucho más grande, la Vida de nuestro Señor Jesús.
Este era el camino que Dios deseaba para su pueblo, pero no quisieron, porque en su camino hay que perder la cabeza, para que Él sea nuestra cabeza; prefirieron sus fiestas, ritos y todo lo demás, pues es más fácil llenar requisitos que elegir perder nuestra propia vida.
El camino de Él es uno que no elegiríamos por nosotros mismos, porque es un camino costoso a nuestra propia vida, a nuestra propia voluntad, es el camino angosto; sí, es un camino de bendición, es un camino glorioso, pero enormemente espinoso. El Señor nos lleva por donde Él quiere, vamos por donde el Cordero nos guíe y es el mejor camino, porque es el que Él ha escogido para nosotros.
"Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; para que no echéis a la mano derecha, y para que no echéis a la mano izquierda". Isaías 30:21
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