Dios está en control de todas las cosas, todavía está al mando de este vasto universo y de esta tierra, nada se le ha salido de Su mano. No importa cuántas cosas planee el maligno, el Señor no le permitirá ir más allá de lo que Dios quiera. Esa es nuestra confianza.
Pero ¿qué es lo que hace que no nos desmoronemos ante la adversidad?, nuestro amor por el Señor, ese descanso y esa confianza en Él, así de sencillo es el evangelio y no hay que adornarlo con reglas y ponerle pesos de teología y doctrinas varias. Es una cuestión de relación de corazón con el Señor, confiando, creyendo, obedeciendo.
Confiar en el Señor por lo que Él es, le da la oportunidad a Él de manifestarse a nuestras vidas, con un corazón que está dispuesto a obedecerle a pesar de todo. Y no es solo una obediencia a ordenanzas, sino esa obediencia secreta, ahí en esa cosa en particular que Dios nos ha mostrado en nuestra vida diaria. Algo que no lo glorifica, que no está de acuerdo a su mente, es allí donde debemos obedecer.
El llamado de Jesús de hace siglos sigue vigente hoy para nosotros: "no se turbe vuestro corazón ni tenga miedo" (Juan 14:27), un corazón que ama no tiene miedo porque sabe que Su sustento es Dios, quien gobierna todas las cosas.
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