Y en el desierto. El Señor su Dios los ha tomado en sus brazos durante todo el camino que han recorrido hasta llegar a este lugar, como un padre que toma en brazos a su hijo. Deuteronomio 1: 31
Tita no puede bajarse de un sofá o de una cama, tiene un problema con su rótula y cuando desea hacerlo, ella busca mis brazos para que yo lo haga. Esto me recuerda los brazos fuertes del Señor que nos sostienen en medio de nuestras dificultades.
Sus brazos están extendidos para nosotros, su fuerza está ahí disponible hoy. ─Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad─, le dijo el Señor al Apóstol Pablo. Por eso después Pablo pudo decir: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Y todo es todo. Cristo es la fuente inagotable de la fuerza, es el suministro infinito para sustentarnos.
Esos brazos que colgaron en el madero, son los mismos brazos que te pueden sostener en medio de lo que estés viviendo.
Si corremos hacia Él encontraremos que ahí están sus brazos extendidos para levantarnos, para que podamos asirnos de Cristo, para caminar y vivir bajo el poder de su Vida Resucitada.
Tita es vulnerable, depende de sus dueños y ella sabe que mis brazos están para ella y por eso recurre a mí. Esa es su fe. Así mismo, somos llevados al mundo de la fe por el Señor, es una lección que aprenderemos paso a paso. El Señor nos enfrentará a muchas situaciones, incluso muy dolorosas y las permitirá para que aprendamos a confiar en Él, para que corramos a Él en busca de su fuerza.
Puedes hoy correr a sus brazos, su gracia está ahí para ti, no solo para tu salvación y vida eterna, sino también para sostenerte en medio de cualquier dificultad y en las situaciones dolorosas por las cuales estés atravesando.
El pueblo de Israel falló en la confianza en el Señor, aun cuando Dios los llevaba en sus brazos por el desierto. Hoy Dios nos invita a sus brazos, corramos a Él, nuestro Dios es confiable, solo en Él está nuestra fuerza.
Hasta la próxima.
A.L
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