Y el lagar fue pisado fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre que subió hasta los frenos de los caballos por una distancia como de trescientos veinte kilómetros. Apocalipsis 14: 20
Cuando Dios designó a Pablo para predicar a los gentiles, no se imaginó que lo iba a hacer desde una prisión. ¿Cuándo Dios te llama a hacer una labor para Él, piensas que será en medio de grandes multitudes, con grandes hazañas y en grandiosas plataformas? Dios rompe nuestras expectativas para mostrarnos más a Cristo.
Y el lagar fue pisado, dice Apocalipsis. El lagar es el lugar en donde se arrojan las uvas para aplastarlas y obtener el vino. Y nosotros como uvas de la Vid que es Cristo, debemos ser prensados para ser purificados y limpiados con el fin de que el Señor nos pueda usar y podamos ser vino para otros.
En Cristo nos espera una vida de total negación, una vida en donde el yo será desangrado por completo, hasta que la sangre llegue al freno de los caballos, porque en nuestra naturaleza somos como esos caballos que han de ser sujetados con cabestro porque si no, se desbocan. Nuestra voluntad es cerrera y solo rendida a sus pies podrá aceptar la voluntad de Dios con todo lo que esto implique.
Una muerte profunda tendrá que suceder para ganar la vida de Él. El conocimiento de Cristo Jesús supera toda la popularidad, toda la fama, todo el renombre. Una mujer o un hombre con la vida de Dios será impopular y muchas veces caminará en un sendero muy solitario porque no encontrará muchos que quieran transitar por este camino angosto. La vida de pérdida no es aceptada por muchos de sus hijos. Sin embargo, este es el camino a la plenitud, al crecimiento, a la madurez. José estuvo en la cárcel por un largo tiempo, Daniel permaneció cautivo en Babilonia, Pablo estuvo como prisionero por causa del evangelio de Cristo; y este es un panorama desalentador para el que quiere usar a Dios para su propio beneficio y para sus intereses personales, es un horizonte incierto para aquel que lo sigue; no obstante, es un camino glorioso para el que lo ha entendido todo. El que quiera ser su discípulo y seguirle, debe tomar su cruz y negarse a sí mismo cada día.
Porque para mí, vivir es Cristo y morir es ganancia. Filipenses 1: 21
Como escribió Austin Sparks: “Pablo no dijo: Para mí el vivir es ver la obra de mi vida erguida como un monumento intacto. Tener a todos mis viejos amigos fieles a mi alrededor, saber que mi mensaje ha sido aceptado y apreciado universalmente. ¡No! Para mí vivir es (cuando todas estas cosas y muchas más hayan desaparecido) ¡Cristo!”. [1]
Cuando nuestro vivir es Cristo, llegamos al final de nosotros mismos, se produce una muerte a nuestros intereses por los intereses de Dios, una muerte a nuestra voluntad para aceptar la de Él. Y al final, la ganancia es nuestro Señor Jesús, el ser conformados a su imagen. ¡Qué glorioso romance! Vale la pena perderlo todo, por ganarlo a Él. Pablo apreció las cosas como pérdida para alcanzar a Cristo Jesús. Todo lo que él consideraba valioso lo echó a la basura porque encontró algo más glorioso, alguien más grande que él mismo, encontró la Vida de Cristo y después de ese conocimiento interno del Señor y de su encuentro con Él, no hubo para él nada más grandioso que poseer. Que Dios permita que así sea para todos nosotros. No importa que tan desapercibidos pasemos para el mundo y aún más para el mundo religioso. Lo que importa en verdad es Él.
Desde donde Dios nos tiene, Él nos puede usar y nos llevará más cerca de su corazón para mostrarnos más a Cristo. Gocémonos detrás de las rejas de las circunstancias o desde una vida sencilla en nuestro hogar o en nuestro trabajo, el Señor está haciendo su obra en nosotros y en aquellos a los que estamos mostrando la vida de Cristo. Algún día veremos el fruto de todas nuestras pérdidas.
Oremos como oró Phillips Brooks: “Oh Señor, por todos tus tratos con nosotros, ya sean de luz u oscuridad, de gozo o dolor, que seamos llevados a ti”.
Amén.
Hasta la próxima.
A.L.
[1] https://www.austin-sparks.net/english/books/003542.html