Hay tanto para agradecer. Sus misericordias son nuevas cada mañana y su amor es constante a través de los años y en todas las circunstancias. Dios nos da cada día su tierno cuidado.
Pablo, el apóstol, sabía muy bien del cuidado tierno de Dios. Y hoy sus palabras retumban en mi corazón: Y este mismo Dios quien me cuida suplirá todo lo que necesiten, de las gloriosas riquezas que nos ha dado por medio de Cristo Jesús. Filipenses 4: 19
Soy una persona que acostumbra a pensar en el mañana, me cuesta quedarme en el hoy. Y esto es porque tuve muchas carencias en mi niñez. Entonces, siempre guardo dinero porque pienso que quizás en el mañana no haya y no quiero que le falte algo a mi madre o a mí.
Además, desde niña siempre quise tener el control de mi horario, de mi tiempo, de las actividades de cada día, y esto pasó porque mi mundo interior era un caos y tenía que controlar de cierta manera mi mundo exterior. Y todas estas cosas se incrustan desde que somos niños.
Sin embargo, hoy entiendo que ya no necesito tener el control del dinero, ni de mi agenda ni de actividades, y no significa que me vuelva perezosa o desordenada o malgaste el dinero, significa que, si algo cambia, debo soltarlo. Debo aprender que no tengo el control de nada y que dependo de Él. Y debemos dejar ir esas formas de enfrentar la vida que vienen desde de nuestra niñez.
La vida se trata de soltar y ese soltar cuesta, pero son cosas que ya no sirven en el presente; esto es crecer, avanzar, madurar. Y por, sobre todo, aprender a descansar en Dios. Ocuparnos del Señor, volvernos a Él nos libera del temor, de la ansiedad y de cualquier preocupación por el mañana. Debemos aprender a confiar en Él, en su cuidado para nosotros.
Y es más fácil decirlo que hacerlo, estas son cosas que las sabes, pero que deben viajar de tu cabeza a tu corazón y es un trabajo profundo de parte del Señor, para destrabar tu vida y llevarte a la plenitud de Su vida, dejando todo lo que tiene que ver contigo y con tu vieja naturaleza a sus pies. No es fácil entregar el control al Señor, no es fácil creer que realmente Dios tiene el futuro es sus manos, que Dios provee y sostiene nuestras vidas, es algo con lo cual luchamos, es entender que de Él viene nuestra provisión y los recursos.
Experimentar el amor de Dios de manera real y profunda, nos llevará a confiar en Él y a poner nuestras vidas en sus manos. Es por medio de la obra de la cruz en nuestros corazones que aprendemos a confiar en nuestro Padre. El saber que Jesús estuvo dispuesto a cambiar su vida por la nuestra es una prueba irrefutable de su gran amor y solo en el suelo de ese grandioso amor podemos confiar nuestro cuidado a Él.
El ser humano quiere ser el dueño de su vida y hacer todo con su propio esfuerzo. Porque ¡¡cómo le gusta a la carne jactarse y decir que lo ha logrado todo!! A nuestra naturaleza le encanta decir que todo lo hizo con el sudor de su frente y que nadie le ha regalado nada.
En cambio, al Señor le encanta proveernos y darnos sus fuerzas para hacer nuestra labor diaria, todo viene de Él y aun si faltaren los recursos, el trabajo o la salud, sabemos que Dios es suficiente y su cuidado está en nosotros.
Dios anhela que confiemos más en Él y muchas veces nuestros intentos de confiar en otros, en nosotros mismos y en nuestros recursos serán frustrados.
Por eso nos advirtió en Deuteronomio 8: 17 – 18 a: No se te ocurra pensar: «Esta riqueza es fruto de mi poder y de la fuerza de mis manos». Recuerda al Señor tu Dios, porque es él quien te da el poder para producir esa riqueza…”.
En estos últimos tiempos, Dios me ha enseñado a descansar en su gran amor y en su tierno cuidado para mí, y he visto las formas milagrosas como Él me ha provisto. De vez en cuando todavía lucho con este versículo de Filipenses 4: 19, pero he aprendido a confiar más en el Señor y a dejar en sus manos mi futuro, porque sé cuánto me ama. Y aunque las circunstancias aprieten y las necesidades aparezcan, sé que Él no nos dejará, ni nos desamparará.
Como escribí en el libro "De las tinieblas a su Luz": «Dios nos va llevar por situaciones que están más allá de nuestras fuerzas y de toda ayuda humana, situaciones impensables para nosotros, situaciones que se nos salen de las manos y de todo control humano; sin embargo, Él es fiel y Su gracia será suficiente para nosotros, Él no nos ha abandonado y no lo hará, estamos en las manos del Dios del universo, el Señor de todos, Su poder es suficiente para que pueda exhibir Su gloria y la magnificencia de Su Resurrección en nuestras vidas. Nada lo detendrá, Cristo está sentado en los lugares celestiales y allí también estamos sentados nosotros con Él, Su victoria es nuestra ahora, vivamos en y por ella a pesar de los obstáculos y de todas las circunstancias, demos gracias a Cristo, porque Él obtuvo la victoria en esa cruz en todos los asuntos de nuestra vida y vivamos bajo esa victoria».
Hasta la próxima.
A.L.
Kommentare