“Por tanto nosotros también, teniendo puesta sobre nosotros una tan grande nube de testigos, dejando todo el peso del pecado que nos rodea, corramos por paciencia la carrera que nos es propuesta, puestos los ojos en el Autor y Consumador de la fe, Jesús, el cual, habiéndole sido propuesto gozo, sufrió el madero, menospreciando la vergüenza, y fue sentado a la diestra del trono de Dios” Hebreos 12: 1 -2
La versión amplificada dice: “apartar la mirada de todo lo que nos distraiga y enfocar nuestros ojos en Jesús”. La palabra en el griego es: ἀφορῶντες (aphorōntes), 872 aphoráō (apartar la mirada de todo lo demás, para fijar la mirada en).
“Pero enseguida Jesús les habló, diciendo: Confiad, YO SOY; no tengáis miedo. Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si tú eres, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro del barco, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero viendo el viento fuerte, tuvo miedo; y comenzándose a hundir, dio voces, diciendo: Señor, sálvame. Mateo 14: 27 – 30
Cuando Pedro vio los efectos del viento y dejó de mirar a Jesús, las cosas comenzaron a ponerse mal. Y ya sabemos lo que sucedió después, Pedro comenzó a hundirse y a gritar que Jesús lo salvará.
Pero, Pedro ya estabas a salvo, solo tenías que mirar a Jesús y no quitar tu mirada de Él. Y Jesús en su misericordia lo tomó de su mano y lo sacó. Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?, si Yo Soy el dueño del viento, de la tormenta, no hay nada que pueda perturbarme, toda la creación me obedece. Esta fue la escena de aquella madrugada.
Cuando quitamos nuestra mirada de Jesús, las cosas comienzan a ponerse mal en nuestra vida. Debemos apartar la mirada de todo lo demás para fijar nuestra mirada solo en Él, todo lo demás que nos distrae y que nos llena de miedos y de incertidumbres.
Pero, pasamos demasiado tiempo hurgando en el reino de las tinieblas y en el reino de los hombres. Si invirtiéramos ese tiempo fijando nuestra mirada en el Señor, las cosas serían diferentes; el mundo está patas arriba, está roto por el pecado; sin embargo, el llamado de Dios es a mirarlo a Él y a no permitir que lo que suceda allá afuera nos distraiga del propósito de Dios para nuestras vidas y para esta tierra. Dios obrará de acuerdo a Sus planes, no importa cuánto el enemigo haga para estorbarlos, Cristo ya venció y Su victoria es nuestra ahora.
Mientras los enemigos de Daniel planeaban matarlo, él no apartó su mirada del Señor y seguía orando. Los planes de estos hombres fueron arruinados por un Dios poderoso, pues Daniel salió ileso del foso de los leones, porque puso su mirada no en las circunstancias o en las estratagemas del enemigo, sino en el Señor. Esto nos dice mucho en esta hora que estamos viviendo, el Dios de Daniel es el nuestro, Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre, sabemos que su juicio está cerca, que Babilonia está cayendo; no obstante, nuestra mirada tiene que estar puesta en Él, no en las circunstancias.
No desconozco las asechanzas del enemigo, como dice 2 Corintios 2: 11, ni tampoco desconozco todo lo que puede hacer nuestra naturaleza caída, de esta raza de Adán se puede esperar cualquiera cosa, pero nuestra mirada debe estar puesta en Él. Aquí y ahora el mundo puede hacer lo que quiera; sin embargo, el Señor llevará a cabo sus planes porque Él es Dios y es Quien gobierna.
El ser entendidos en los tiempos, como los hijos de Isacar (1 Crónicas 12:32), no significa que descuidemos lo importante y lo importante es estar a Sus pies, amándolo, conociéndolo, escuchándolo, extasiándonos en Él, permitiendo a Su Espíritu que nos llene más de Su vida. Jesús es la tierra de lejanas distancias, hay tanto que conocer de Él. Cristo es el pensamiento pleno de Dios. Él es la lección que vale la pena aprender, es por esto que Dios nos lleva por experiencias diarias, por Sus caminos extraños para conocerlo más y más.
Que el Señor ilumine los ojos de nuestros corazones para ver, para verlo a Él. Dios quiere revelarnos a Su Hijo en mayor profundidad, Él anhela que nos abandonemos a Cristo en todos los asuntos de nuestra vida, que Él tenga la preeminencia en todas las cosas.
Tenemos una medida de Cristo tan pequeña porque andamos ocupados con tantas cosas que le roban a Él Su lugar, aun las cosas etiquetadas como espirituales. Creemos que ya lo sabemos todo, pero si Jesús ha dejado de sorprendernos es porque hemos dejado nuestro primer amor, hemos dejado de crecer espiritualmente, el Señor tiene tanto que mostrarnos, que todo lo demás impide que lo busquemos insistentemente.
"Mirad que ninguno os engañe por filosofías y vanas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según el Cristo, porque en él habita toda plenitud de la Divinidad corporalmente, y en él estáis cumplidos, el cual es la cabeza de todo principado y potestad". Colosenses 2: 8 - 10
Las cosas se irán poniendo más y más difíciles en esta tierra, todo lo que lleva el nombre del Señor será probado y las fuerzas del mal será utilizadas para esto, y todas las naciones también serán probadas, pero el juicio comienza por Su casa. Génesis 15: 16 dice: “Y en la cuarta generación ellos regresarán acá, porque hasta entonces no habrá llegado a su colmo la iniquidad de los amorreos”, cuando la maldad de esta tierra llegue hasta el colmo, Dios nos emancipará, pero Él debe madurarnos, debe probarnos, debe perfeccionarnos hasta la cosecha, este es el grito de la creación que gime a una y mientras eso sucede que el Señor nos encuentre haciendo Su voluntad y ocupados con Cristo, de lo demás se encargará el Señor en Su momento.
Les dejo un pequeño extracto de un artículo de T. Austin Sparks, que nos puede aclarar un poco el panorama con respecto a todo lo que estamos viviendo:
Ves cómo esa fue la crisis para los discípulos. Tuvieron tres años con Él, pero había un desapego externo, una dependencia externa, una asociación física y sensible. En aquellos días podían decir algunas cosas muy atrevidas, podían hacer grandes confesiones y profesiones, podían declararse a sí mismos en cuanto a él, quién era, qué pensaban de él, qué creían acerca de él, qué harían por él. Luego fue quitado de ellos, ¿y qué quedó? Sin Cristo, sin vida, sin nada por lo que vivir, ¡todo se ha ido! Cuando cesó la vida de los sentidos, el orden exterior llegó a su fin, no les quedaba nada, estaban desesperados, su fe se hizo añicos.
Hay mucho de eso hoy. No sabemos cuánto hay hasta que llegue el descanso, hasta que ya no podamos hacer nada por el Señor, hasta que ya no podamos ni siquiera orar y leer la Palabra de Dios, y continuar con los habituales ejercicios devocionales. hasta que ya no podamos encontrarnos con el pueblo del Señor. Multitudes del pueblo del Señor están llegando ahora. A lo largo de amplias extensiones de la tierra, el pueblo de Dios está siendo expulsado, esparcido, y todo lo exterior se lleva. La pregunta es: ¿Por qué el Señor lo permite? ¿Por qué es así, si el Señor es sabio, omnipotente y misericordioso? Es descubrir cuánto es el Cristo celestial para su pueblo y cuánto dependen del orden terrenal de las cosas, incluso del orden cristiano.
¿Por qué el aislamiento? ¿Por qué las pruebas? ¿Por qué la soledad en la vida espiritual? Para salvarnos de las cosas en sí mismo, aun de las cosas cristianas, para que el fin de Dios para que Cristo sea todo y se alcance en todos; no cosas, sino Cristo; no el cristianismo, sino Cristo; no obra cristiana, sino Cristo.
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