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EL AMOR EDIFICA


Tomado de pixabay.com

“Así que hemos dejado de evaluar a otros desde el punto de vista humano. En un tiempo, pensábamos de Cristo solo desde un punto de vista humano. ¡Qué tan diferente lo conocemos ahora!” 1 Corintios 5: 16 NTV


Pablo le estaba hablando a personas que tenían muchos dones, muchos conocimientos, pero que eran muy carnales, personas que tenían muy poco amor por los demás. Y en este versículo les dice que ya no se podían ver desde un punto de vista humano, según su carne, sino según Cristo. Y esa es la manera que el Señor quiere que nos veamos ahora los unos a los otros, según Cristo, no según nuestras preferencias, no según nuestros pareceres, no según nuestro punto de vista humano. Porque si vemos según la carne, seguramente vamos a encontrar muchos errores y defectos en los demás.


El Señor ve el corazón, Él ve si debajo de toda esa superficie, debajo de todas esas capas hay un corazón para Él. Dios se encargará de transformarnos a su manera, no obstante, Dios ve es el corazón.


“El SEÑOR respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a la altura de su estatura, porque yo lo desecho; porque no es lo que el hombre ve. Porque el hombre ve lo que está delante de sus ojos, mas el SEÑOR ve el corazón”. 1 Samuel 16: 7


Dios vio a David y dijo “este es”. El Señor vio algo en su corazón que le agradó, Dios vio el producto final en David; porque no era que fuera perfecto, no era que no fuera a cometer ningún error, ya sabemos todo lo que pasó con David, su mal temperamento, propenso a la depresión, mujeriego; sin embargo, había algo en él muy especial, tenía un corazón para el Señor. Dios vio su corazón y vio lo que iba a ser cuando el Señor se encargara de tratarlo una y otra vez. Por eso se dijo de David que tenía un corazón conforme al corazón del Señor.


No obstante, su familia pensaba distinto, miremos lo que dice su hermano mayor de él: “Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos varones, Eliab se encendió en ira contra David, y dijo: ¿Para qué has descendido acá? ¿Y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido”. 1 Samuel 17: 28


¡Ups! Su hermano no pensaba lo mismo que el Señor, él lo veía según su carne. Y así muchas personas nos ven, según su punto de vista, ven nuestros defectos, nuestros fracasos, nuestros errores y no dudan en señalarlos, y lamentablemente, nosotros también vemos así a los demás. No podemos mirar a las personas según nuestras percepciones, según nuestra corta mirada, sino según el Señor. Dios ve las cosas diferente a como nosotros las vemos, juzgamos según las apariencias y no vemos lo que ve el Señor.


“El conocimiento envanece, pero el amor edifica”. 1 Corintios 8: 1


La familia de David nunca pensó que él fuera a ser elegido, lo tenían en poco y aquí Pablo, el apóstol, les recuerda a los corintios que el amor edifica y que lo único que hace el conocimiento es envanecer. Podemos no tener todo el conocimiento doctrinal y teológico, podemos no tener toda la verdad asimilada y comprendida, pero si tenemos un corazón para el Señor y si tenemos un amor genuino por Él, esto le bastará a Él y a nosotros también nos debe bastar cuando miramos a los demás.


Yo he recibido más luz del Señor en personas que no tienen todo el conocimiento teológico, pero que lo aman intensamente; no tienen títulos ni son expertos en divinidades, son personas sencillas, agricultores, artesanos, amas de casa, gente que ama al Señor y caminan con Él en la cotidianidad de su vida, tienen un corazón para Dios y lo han visto con los ojos de su corazón. El conocimiento envanece, en cambio, el amor edifica. En pocas palabras Pablo les dijo a estos corintios: “Ustedes pueden tener muchos conocimientos, dones y demás; no obstante, les falta el amor los unos por los otros.


El amor edifica, restaura, restituye, anima, motiva, en la vía del amor no hay críticas ni juicios ni señalamientos. El amor construye, no destruye. Que hoy podamos ver a los demás con los ojos del Señor y no según nuestra carne, que nos consideremos a nosotros mismos como polvo y veamos a los demás con los ojos de amor que nos ve el Señor.


Hasta la próxima.


A.L.


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