“Entonces alzó Abraham sus ojos, y miró, y he aquí un carnero a sus espaldas, trabado en una mata por sus cuernos; y fue Abraham, y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, YHWH-jireh (el SEÑOR-verá). Por tanto se dice hoy, en el monte del SEÑOR será visto. Génesis 22: 13- 14
Siempre me sorprende las formas maravillosas como Dios da su provisión, Dios nunca llega tarde, Él siempre llega a tiempo y va más allá de todas nuestras expectativas. Hoy estoy sentada junto a mi mascota, ella no se siente bien y mientras escribo, cuido de su sueño, escuchando una melodía bellísima que se llama “camino del desierto”, ¿no les parece extraña esta escena? Tan extraña como los caminos del Señor.
Cuando Abraham alzó sus ojos, vio un carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. ¡Qué hermosa provisión de Dios para Abraham!, tan hermosa como la provisión para nuestras vidas, Jesús como sacrificio perfecto una vez y para siempre por nosotros.
En solo un segundo Abraham recibió la revelación más gloriosa siglos antes, la revelación de nuestro Señor Jesús. Recuerdo cuando recibí esa gloriosa revelación, por muchos años caminé entre muchas experiencias religiosas y espirituales, y pensé que conocía al Señor, como le sucedió a Job: “De oídas te había oído, pero ahora mis ojos te ven”; sin embargo, un día en medio de una gran prueba, Dios reveló a su Hijo en mí y fue la revelación más gloriosa que haya podido recibir; orando en mi habitación, en el fondo de mi ser lo vi, no con mis ojos físicos, sino con los ojos de mi corazón, fue tan maravilloso, vi al verdadero Jesús y no se parecía en nada al que me habían mostrado los hombres, desde ese día mi caminar con Dios dio un giro de ciento ochenta grados, todo cambió para mí.
Él es la provisión de Dios para nuestras vidas y no hay otro, mi clamor es que nuestros ojos del corazón se abran para verlo a Él como esa maravillosa provisión de Dios.
Abraham llamó aquel lugar el Señor verá YHWH-Jireh. Este “ver” es la misma palabra de 1 Samuel 16: 7, el Señor ve nuestro corazón, Él es el Dios que todo lo ve, todo lo que somos lo ve el Señor, nada se le escapa, todo lo sabe, aun aquellas cosas que no le decimos a nadie y que guardamos en lo profundo de nuestro corazón, Él conoce cada batalla que libramos en el interior. Y también es la misma palabra de 2 Samuel 16: 12, es el Dios que ve mi aflicción. Y la misma palabra de Job 31:4, el Señor que ve todos mis pasos.
Y Dios nos da a Cristo como su provisión, Él es nuestra fuerza en la debilidad, Él es nuestra salud en la enfermedad, Él es nuestra alegría en la tristeza, la abundancia en la escasez, la victoria en nuestras batallas, Él es la valentía en nuestros miedos.
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