La viudez es una de las cosas más difíciles que pueda sucederle a una mujer que ama y Dios lo sabe. El llanto no se puede reprimir, sale desde el fondo de corazón, como lluvia torrencial en tiempo de invierno. Y de esta forma es que Dios nos insta a arrepentirnos y a llorar nuestro pecado, y cuál ha sido ese pecado?, nos hemos olvidado de darle el primer lugar a Aquel que nos amó y se entregó por nosotros, un lugar de gobierno que solo puede ser ocupado por Él.
Tenemos los ritos religiosos, los días que guardamos, las voces de segunda mano que escuchamos, pero no estamos caminando con Él en la cotidianidad de nuestra vida diaria, no estamos conociéndolo en la profundidad de nuestro espíritu. Hemos elegido nuestro propio camino y nos hemos equivocado.
Que hoy Dios nos dé el verdadero arrepentimiento para elegirlo a Él por encima de todas las cosas y para saber lo que es aceptable y agradable a Su vista.
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