top of page
Adriana Lelión

ESPERANDO AL SEÑOR


Qué difícil es esperar ¿verdad?, cuánta incertidumbre causa en el corazón el esperar y Dios se toma tanto tiempo que parece eterno. Yo he tenido que aprender esta lección, porque sigo esperando al Señor en muchos asuntos. Y he estado meditando acerca de este pasaje en Las Escrituras y en estos días en una conversación con Michael Clark, el Señor abrió mis ojos a un par de verdades acerca de este versículo tan maravilloso, pero que a veces lo entendemos mal.


Este esperar en el hebreo es unir, atar, ligar, juntar, aguardar (6960. והָק cavá).


Otras versiones dicen “Esperar al Señor”, mientras esperamos al Señor Él nos une en un solo corazón, una sola mente y una sola voluntad con Él, con la vida de Él, nos liga perfectamente a su voluntad y a sus propósitos, la espera tiene como objetivo que estemos de acuerdo con el Señor en lo que Él anhela, nos alinea a su voluntad perfecta.


Dice Génesis 21: 2: “… en el tiempo que Dios había dicho”, en ese tiempo determinado, no antes, en el tiempo que Dios había establecido, nació Isaac por obra y la gracia del Señor, por la fuerza y el poder sobrenatural de Dios. No cuando Abraham y Sara quisieron, sino cuando fue el tiempo de Dios, Él apareció en escena y cumplió su promesa. Esta una lección para aprender día tras día mientras peregrinamos en esta tierra. ¡Cuánto tiene que obrar el Señor en nuestro corazón para que aprendamos a esperar en su tiempo y a descansar en Él!


Nosotros no tenemos el control, solo Dios puede mover corazones, solo Él puede cambiar a las personas y las circunstancias; descansar en Él es ser libres del control, entregarle todo a Él es vivir con la seguridad de que Él obrará con su poder. No se trata de mis fuerzas sino de las fuerzas de Dios. Hay cosas que solo Él puede hacer.

Dios debe matar la ansiedad que nos produce la espera y la tendencia a hacer las cosas a nuestra manera, para hacerlas fuera de su tiempo. Mientras Abraham esperó y esperó, Dios lo hizo crecer en la comunión con Él hasta que él estuvo de acuerdo con el tiempo de Dios, hasta que su vida se unió al Señor en una sola voluntad, hasta que su voluntad fue rendida y por fin aceptó la voluntad del Señor. Esto es lo que hace el Señor con nosotros en la espera. Nos une a Él en una comunión maravillosa, para alinearnos con su voluntad y que la nuestra sea rendida por completo.


“Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes”. 1 pedro 5: 7.


Esperarlo a Él tiene un precio muy alto, pero siempre valdrá la pena. Hacer las cosas fuera del tiempo, sin esperarlo a él, es desobediencia y acarrea consecuencias, actuar a nuestra manera y bajo nuestros términos nos llevará a fracasar y terminaremos agotados.


No podemos hacer nuestros planes y pedirle a Él que los bendiga, más bien debemos pedirle que nos revele cuáles son sus planes y que nos permita participar en ellos conforme a su voluntad. La agenda es la de Dios, no la nuestra, hacemos las cosas para darle honor y gloria a Él no para hacer un nombre para nosotros mismos. Por eso Isaac fue obra de Dios para la gloria de Él y lamentablemente Ismael no daba honor a esa gloria sino al esfuerzo humano. El Señor desea romper la confianza en nosotros mismos, para que aprendamos a depender de Él, como dice Juan 15:5 “sin mí nada podéis hacer”, el Señor quiere que nos hagamos a un lado y lo dejemos actuar a Él. Descansar en Dios, es descansar de nuestras obras y dejar que Él obre de acuerdo a su tiempo y a su voluntad. Si no permanecemos en el Reposo de Dios y optamos por actuar a nuestra manera, fracasaremos y desobedeceremos, esto fue lo que tuvo que experimentar Abraham por apresurado.


Renovar en el hebreo es cambiar, crecer, irse, mudar, nuevo, quitar, retoñar (2498. לףַח kjaláf).


Dios no va a renovar nuestra fuerza natural que se refleja en una voluntad propia que es muy fuerte, Él quiere que su fuerza en nosotros sea perfeccionada. Él quiere que dependamos de la fuerza de Cristo porque su fuerza no se agota. En nuestras fuerzas quedaremos extenuados como traperos viejos. Cuando la confianza en nuestras fuerzas se rompe comenzamos a depender de la fuerza del Señor y así nos remontaremos como las águilas, correremos y no nos cansaremos, caminaremos y no nos fatigaremos.


Sé que habrá momentos de querer tirar la toalla en algún asunto, pero el Señor no nos dejará hacerlo porque esto le robará su gloria y la oportunidad de mostrar su poder.


La fuerza del Señor no se acaba, Él no se cansa, Él no se fatiga, por lo tanto, la fuerza que se renueva es la fuerza de Él en nosotros, no nuestra fuerza natural. Su fuerza es eterna, es ilimitada, por eso no se cansan los que esperan a que Él obre a su manera, Él nos dará su fuerza para hacer su voluntad. Es la fuerza de Él a cambio de la nuestra; así como ya no es nuestra vida sino la de Él, pues es una vida intercambiada; así mismo es la fuerza, es una fuerza intercambiada. Su fuerza no está con aquellos que sacan pecho por sus propias capacidades y por su propia fortaleza, sino con aquellos que no pueden hacer nada sin Él.


“Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta; juzgo según Dios me indica. Por lo tanto, mi juicio es justo, porque llevo a cabo la voluntad del que me envió y no la mía”. Juan 5:30.


Dios busca a aquellos que sus fuerzas se han acabado, para darles la fuerza de Él. Que conocen su carencia y su debilidad y realmente lo necesitan. No a aquellos que están muy confiados en sí mismos.


Nuestras fuerzas destrozadas nos hacen llegar a la fuerza del Señor, Él no nos ha llamado a ser fuertes en nosotros mismos sino a rendirnos en medio de nuestro quebrantamiento para adquirir sus fuerzas. Cuando estamos rotos por fuera y por dentro, con nuestro corazón rasgado, el Señor obra su gran poder en nuestras vidas. Yo no puedo, Él sí puede, ya no vivo yo, sino Cristo vive en mí. Esta es la maravillosa Vida que hemos recibido.

“No tengas miedo, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te daré fuerzas y te ayudaré; te sostendré con mi mano derecha victoriosa”. Isaías 41:10


Sansón es un ejemplo de esto, él ya no tenía fuerzas, su capacidad había cesado, sus cabellos rapados lo habían debilitado por completo y estaba vencido, hasta cuando clamó a Dios en medio de su debilidad y pidió la fuerza del Señor, y le fue concedido.


Dios arrasa con todas nuestras fuentes naturales de poder para que aprendamos a descansar en Él, porque bienaventurados son los que lo esperan a Él. Isaías 30: 15 – 18.


La espera en Dios y el cumplimiento de sus promesas en su tiempo es regocijo al corazón, por eso el nombre de Isaac significa regocijo, la bendición del Señor no trae tristeza con ella (Proverbios 10: 22) Es la risa del corazón que fue sorprendido por el Señor más allá de todas sus expectativas, cuando ha visto que el Señor no necesita de nosotros para hacer lo que solo Él puede hacer. Dios es suficiente en sí mismo. La gracia de Dios está por encima de todo esfuerzo humano.

.

En el capítulo 20 del Génesis, Abraham tuvo que orar por la mujer de Abimelec y sus siervas para que Dios las sanara, porque el Señor había cerrado toda matriz de la casa de Abimelec por causa de Sara la esposa de Abraham y eso es tema de otro artículo. Pero, lo que quiero recalcar aquí es que Sara en ese momento era estéril y Abraham tuvo que orar por la esterilidad de otras mujeres y ellas recibieron la sanidad del Señor y quedarn embrazadas. ¿Puedes imaginarte lo que sintieron Abraham y Sara?, orar para que Dios le conceda a otros lo que a nosotros no nos ha concedido no es fácil, eso yo lo he experimentado y lágrimas he derramado.


Sin embargo, Dios puede obrar más en nosotros y por nosotros cuando oramos por las necesidades de los demás en medio de nuestras carencias y de nuestras necesidades. Al dejar en sus manos nuestras peticiones, necesidades, problemas y demás, Él nos indicará el camino, abrirá las puertas, nos instruirá en el paso a seguir y enviará los recursos necesarios. Dios es fiel a sus promesas.


Después de que Abraham oró de esta manera, en el capítulo 21 del Génesis, Sara quedó embarazada. ¡Qué grande es nuestro Dios! No entendemos sus caminos, pero son perfectos, vale la pena esperarlo siempre. Señor no hay nada que tú no puedas hacer, todo lo haces hermoso en tu tiempo, Señor enséñanos a esperarte y mientras te esperamos danos tus fuerzas para remontarnos como el águila, únenos a ti en tu voluntad perfecta. Amén.


Un abrazo desde la distancia.


Su amiga, Adriana.

Commentaires


bottom of page