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Adriana Lelión

¿GOZO EN MEDIO DEL DOLOR?


La vida golpea cuando uno menos se lo espera, en esta tierra todo es incierto, todo es impredecible.


Cuando Manolo murió, sentí que mi vida era miserable, que no merecía vivir y muchos menos ser feliz sin él. La muerte de un ser querido duele mucho, uno no se acostumbra a ver partir a los seres que uno ama, la mente (y la gente) te dice que así es la vida, que todos estamos haciendo fila, que así tiene que ser y demás. Pero, eso no le quita lo doloroso que puede ser la ausencia y el desprendimiento. Recién murió Manolo alguien me dijo con mucha frialdad que eso es lo más natural de la vida y sí, lo es; sin embargo, duele y es un sufrimiento utilizado por el Señor para sus propósitos. ¿Acaso no fue el mismo Señor Jesús quien lloró frente a la tumba de Lázaro?


Y la pregunta que surge es: ¿Es posible encontrar el gozo del Señor en medio del dolor? Sí, es posible.

Como dijo George Warnock: “El gozo del Señor nace de la pena, de la esterilidad, del sufrimiento… No puede haber una primavera real, si no hay un invierno real. Solo disfrutan la primavera real los que han vivido a través de largos y tristes días y noches de nuestros inviernos norteños”.

Dios se acercó a mí en mi dolor, mi vida fue cobijada por Él mientras caían las olas de la tristeza. El gozo está relacionado en Las Escrituras con el dolor, con la pérdida y con el sufrimiento, el gozo del Señor no se puede elaborar, no podemos forzarlo, el gozo echa sus raíces más fuertes en el sufrimiento, en los tiempos de mayor dolor, como dijo el Apóstol Pablo en 2 Corintios 6: 10: “como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo”. El Señor Jesús sufrió la cruz por el gozo puesto delante de Él (Hebreos 12:2).


Cuando disfrutamos de la presencia Dios y hemos conocido cuán grande es su amor podemos vivir confiados en Él, el futuro está en sus manos y el presente le pertenece, a pesar de las circunstancias, sin importar cuántas olas golpeen nuestro pequeño barco, el Señor tiene el control de todas las cosas, Él no está muerto, Él vive y reina, y por eso aún en medio del dolor podemos estar gozosos. Gozosos de saber que Dios no nos abandona a pesar de sentirnos desamparados, el gozo de saber que todo obra para bien a los que aman al Señor, que Él ha usado las circunstancias no para destruirnos sino para el aumento de Cristo en nosotros, es el gozo de tenerlo a Él en medio del dolor, porque Él es nuestro consuelo y nuestra fortaleza. Él es nuestro gozo y nuestra paz en medio de la pérdida y del dolor.


“A ordenar en Sion a los enlutados, para darles gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar del luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío del SEÑOR, para gloria suya”. Isaías 61:3


En medio de mi dolor experimenté un gozo muy grande, pero un gozo relacionado con mi fe en Jesús, no con nada externo, sino basado en su amor y en todo lo que Él ha obrado en mi vida. El gozo está en Él y proviene de Él. Cristo es el nuevo amanecer en el horizonte. Él es el sol detrás de las nubes negras.


“...el llanto puede durar toda la noche, pero a la mañana vendrá el grito de alegría”. Salmo 30: 5.


Todo tiene un final, aun el dolor no es para siempre, lo que hoy es, mañana ya no estará, hay tiempo para todo y Dios restaurará nuestras vidas de todas nuestras pérdidas. El gozo no está en las adquisiciones materiales o en las personas que llegan a nuestra vida o nos rodean, está en Él. Dios enjugará toda lágrima al final y el dolor no será más. (Apocalipsis 21:49.


El Señor es cercano a los quebrantados de corazón, a los que sufren, a los que les duele el alma, para darles esperanza, gozo y redimir su peor momento.


“El Señor está cerca de los que tienen quebrantado el corazón; él rescata a los de espíritu destrozado”. Salmo 34: 18


Y mientras esperamos en Él, nos da su gozo y nos sostiene con sus brazos.


Jeremías experimentó un gozo muy grande en medio de sus tribulaciones:

“Cuando se presentaban tus palabras, yo las comía; tus palabras eran para mí el gozo y la alegría de mi corazón, porque se me llamaba por tu nombre, oh Señor, Dios de los ejércitos”. Jeremías 15:16


Jesús es la Palabra Viva y deleitarnos en Él, escucharlo a Él, amarlo, fijar nuestra mirada en Él, trae gozo a nuestro corazón. Mientras viví mi duelo, me deleité en el Señor y en Las Escrituras, dejé que Dios las convirtiera en agua que calmaban mi sed y en vino para darme vida.


Si hoy tu vida se está desmoronando, se está partiendo en dos y no sabes qué hacer, ya sea porque hayas perdido a un ser amado o padeces una enfermedad o has perdido tu hogar o lo que sea, siéntate a los pies de Jesús y derrama tu corazón delante de Él como aquella vasija de alabastro que fue rota, deléitate en Él, deja que Él calme tu dolor y tu angustia y sane tus heridas, deja que el gozo del Señor sea tu fortaleza. (Nehemías 8: 10).


Y ese gozo también te ayudará para no hacer sentir mal a los que te rodean, ellos no tienen la culpa de tu dolor, ellos hacen lo que pueden y te acompañan porque te quieren.


Deja que Dios derrame su amor en ti y sobrevivirás a lo que sea.


Hasta la próxima.


Su amiga, Adriana Lelión.

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