Este es el pez Remo, es un pez de mucha profundidad y dicen que cuando aparecen en la superficie, es porque son empujados por tormentas o corrientes fuertes.
“Miriam y Aarón hablaron contra Moisés por la mujer cusita con la que se había casado, porque se había casado con una mujer cusita”. Números 12:1
Si hay algo que me ha gustado de esta pandemia, es que está sacando lo que está escondido en el corazón, si bien es cierto que Dios utiliza las grandes calamidades sobre el mundo para que exista un pueblo fuera del mundo, porque a veces la vida cristiana se parece más a un crucero por el caribe que a un lagar, también para que ese mundo que no lo conoce se acerque a Él de todo corazón y haya arrepentimiento.
Pero, lo que más hace el Señor a través de todas las calamidades es sacar a la luz lo que somos realmente, esas pequeñas cosas que son como virus en nuestro corazón que nos infectan. Dios se mueve a través de todas las cosas con la profundidad de Su sabiduría.
Miriam y Aarón estaban enojados por algo que Dios no estaba enojado, condenaron a Moisés por algo que Dios no condenó.
El pueblo de Israel, pasaban de un chisme a otro, de una murmuración a otra, de una rebelión a otra, era como su diario vivir. Dios llamó a Moisés a ser Su representante ante Faraón y aunque Dios ordenó a Miriam y a Aarón para una labor y tenían el respaldo de Dios, el llamado fue para Moisés; sin embargo, había cosas ocultas en el corazón de estos dos hermanos de Moisés, y salieron a la luz tras la tormenta. Como dice el dicho popular, no hay cuña que más apriete que la del mismo palo y en palabras de nuestro Señor Jesús: “y los enemigos del hombre serán los de su casa”.
Las tormentas de la vida sacan a la luz lo que yace escondido en el patio trasero de nuestro corazón, toda cosa que no sea desarraigada de nuestro ser, tarde que temprano saldrá a la luz, las máscaras no duran para siempre, podemos maquillarnos espiritualmente, pero todo sale a la luz, a veces los más religiosos son los que tienen mayores cosas ocultas, recordemos al publicano y al fariseo frente al altar.
Debemos pedirle al Señor que nos examine profundamente y vea si hay cosas en nosotros ocultas que deban salir a la luz, pues cuando lleguen las tormentas todo será descubierto.
Por eso el salmista dijo:
“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno”. Salmo 139: 23 – 24
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