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Adriana Lelión

LO QUE SACA A LA LUZ ESTA PANDEMIA


Este es el pez Remo, es un pez de mucha profundidad y dicen que cuando aparecen en la superficie, es porque son empujados por tormentas o corrientes fuertes. 


“Miriam y Aarón hablaron contra Moisés por la mujer cusita con la que se había casado, porque se había casado con una mujer cusita”. Números 12:1 

Si hay algo que me ha gustado de esta pandemia, es que está sacando lo que está escondido en el corazón, si bien es cierto que Dios utiliza las grandes calamidades sobre el mundo para que exista un pueblo fuera del mundo, porque a veces la vida cristiana se parece más a un crucero por el caribe que a un lagar, también para que ese mundo que no lo conoce se acerque a Él de todo corazón y haya arrepentimiento. 

Pero, lo que más hace el Señor a través de todas las calamidades es sacar a la luz lo que somos realmente, esas pequeñas cosas que son como virus en nuestro corazón que nos infectan. Dios se mueve a través de todas las cosas con la profundidad de Su sabiduría. 

Miriam y Aarón estaban enojados por algo que Dios no estaba enojado, condenaron a Moisés por algo que Dios no condenó. 

El pueblo de Israel, pasaban de un chisme a otro, de una murmuración a otra, de una rebelión a otra, era como su diario vivir. Dios llamó a Moisés a ser Su representante ante Faraón y aunque Dios ordenó a Miriam y a Aarón para una labor y tenían el respaldo de Dios, el llamado fue para Moisés; sin embargo, había cosas ocultas en el corazón de estos dos hermanos de Moisés, y salieron a la luz tras la tormenta. Como dice el dicho popular, no hay cuña que más apriete que la del mismo palo y en palabras de nuestro Señor Jesús: “y los enemigos del hombre serán los de su casa”. 

Las tormentas de la vida sacan a la luz lo que yace escondido en el patio trasero de nuestro corazón, toda cosa que no sea desarraigada de nuestro ser, tarde que temprano saldrá a la luz, las máscaras no duran para siempre, podemos maquillarnos espiritualmente, pero todo sale a la luz, a veces los más religiosos son los que tienen mayores cosas ocultas, recordemos al publicano y al fariseo frente al altar. 

Debemos pedirle al Señor que nos examine profundamente y vea si hay cosas en nosotros ocultas que deban salir a la luz, pues cuando lleguen las tormentas todo será descubierto. 

Por eso el salmista dijo: 

“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno”. Salmo 139: 23 – 24 

Una de las cosas que quedó al descubierto en Miriam y Aarón, fueron los celos; que Dios tenga misericordia de nosotros y le permitamos examinarnos, hay tantas cosas que todavía tenemos en nuestra alma que son más letales que el Covid, la envidia, los celos amargos, el orgullo, la mentira, el egoísmo, la supremacía moral, la arrogancia espiritual, la rebeldía, el juzgar, la crítica, el sembrar cizaña, la murmuración, los chismes, el deseo de venganza, he escuchado a cristianos decir: “Señor juzga a tal o a tal persona”, que no se nos olvide que el juicio comienza por la casa, lean la historia de Labán y Raquel, antes que Raquel fuera juzgada por esconder los ídolos debajo de sus faldas, fue juzgado su padre Labán, que tengamos mucho cuidado de examinar primero nuestro corazón antes de desear juicio a otros. Esto es delicado para el Señor. 


Miriam y Aarón hablaron con soberbia al decir que no solo a través de Moisés Dios hablaba, que a través de ellos también, ellos hablaron contra la autoridad delegada de Dios y esto es un asunto serio, porque si Dios bendice a alguien o usa a alguien, así a nosotros no nos parezca, hablar mal de esa persona es grave delante de Él, nadie es infalible y Dios a menudo escoge gente que a nuestra vista no es aceptable, Dios trae algo de Él en personas que a nuestros ojos no nos parecen para ver cuál es nuestra actitud hacia ellos; era improbable que Dios sacara un remanente de una iglesia tan carnal como la de Corintios y lo hizo, era improbable que un hombre como David, Moisés, Pablo, Pedro y sus otros diez discípulos fueran usados por Dios, pero lo hizo, a pesar de que no escondió ninguno de sus errores, porque Dios ve el producto final, Dios usa hombres y mujeres imperfectos para perfeccionarlos, para que la gloria sea de Él. 

Quizás para Miriam y Aarón, Moisés se equivocó, pero para Dios no era así, ellos se pusieron a hablar mal y esto era rebelión a Dios. Tuvieron una excusa para difamar a Moisés; no obstante, Dios lo defendió. Moisés tuvo que escribir de él mismo cuando Dios lo guio, que era el hombre más manso sobre la tierra, el Señor forjó esto en Moisés, no era parte de su vida natural, sino por los duros tratos de Dios con él en ese desierto, Dios formó esa mansedumbre en su vida, el desierto cumple la función de vaciarnos por completo del yo, nuestra propia vida es tratada allí, el impulsivo y vehemente Moisés se convirtió en Manso. 

Qué disciplina de auto vaciamiento en estos 40 años. Él necesitaba toda la paciencia para manejar a los Israelitas y a su propia familia. En el desierto se forja a Cristo en nosotros. 

Moisés había podido reivindicarse ante sus hermanos, establecer su posición, había podido luchar por su propio ministerio y mandar para la porra a sus hermanitos del alma. Pero, cuando abundaron los celos, la envidia y el egoísmo, Dios dijo que él era manso; él oro al Señor y prácticamente le dijo: “Señor tú me pusiste aquí, pelea por mí, yo no voy a luchar por esto, ni voy a discutir, no voy a pelear”, qué diferente a nosotros ¿verdad? No luchó, no contraatacó. Qué el Señor nos ayude a no responder cuando nos agreden. 

“Los mansos recibirán la tierra por heredad”, no por pelearla ni por lucharla, Moisés no contendió; a veces me da tristeza leer a muchos hermanos en la fe en las redes sociales, juzgándose, criticándose, difundiendo teorías absurdas muchas veces basadas en el odio, se han tragado el anzuelo de los medios de comunicación, impulsados por la derecha conservadora o la izquierda progresista, los hijos del Señor no se dejan absorber por estas cosas, como Jesús no tenemos agendas políticas, ni teorías de conspiración ni nada por el estilo, nuestra agenda es el reino de Dios, nuestro mensaje es el señorío de Cristo, representamos Su reino y nada más, lamentablemente a veces el Señor está mal representado. 

En fin, prosigamos, Moisés no jugó a la política, fue un hombre fiel que escribió de él mismo lo que Dios le dijo que escribiera, esto es fidelidad a Dios de acuerdo a lo que Él dice. 

Dios intervino y lo vindicó, y Miriam quedó leprosa, la lepra espiritual es el resultado de aquello que guardamos tan bien guardado en el corazón que no le permitimos que salga a la luz. 

Hace unos años, Dios estaba tratando conmigo cosas de mi pasado y tuve un sueño, acabo de recordarlo mientras escribo esto, Dios lo quiso así; yo estaba en un lugar, era como una buhardilla y dentro habían cosas muy viejas, muy antiguas, y encontré objetos que yo tuve en mi niñez, habían cuadernos, muñecos, muchas cosas más, estaban llenas de telarañas y de polvo, fui sacando una por una y las observaba detenidamente, cuando desperté fue la forma que el Señor utilizó para decirme que había cosas escondidas que debían ser tratadas. 

Dios tomó en serio la difamación a Moisés, era un desafío a la autoridad de Dios, Dios vindicó a Moisés y les dijo a Miriam y a Aarón, que Él y Moisés hablaban cara a cara, qué defensa tan tremenda, Dios les dijo que no tuvieron el más mínimo temor de hablar de Moisés, se enojó y se fue. 

Miriam fue castigada, y quiero que entendamos que el castigo de Dios es correctivo, no destructivo, Dios quería juzgarla para tratar con ella, desarraigar eso del corazón de ella y de Aarón y para que aprendieran la lección. 

Entonces Aarón rogó a Moisés para que orara al Señor, fue una prueba para ellos muy fuerte, los tres fueron puestos a prueba y cada uno sacó lo que había en su corazón. Aarón se dejó instigar por su hermana y ahora estaba de intercesor, por eso debemos tener cuidado de no dejarnos llevar por los demás, no debemos seguir a alguien que promociona un chisme o una mentira o lo que sea. 

Aarón confesó la locura de ellos, porque difamar a otros es locura así los demás estén equivocados. Moisés oró por la sanidad de ella, al igual que Jesús nos enseñó a orar por aquellos que no nos hacen bien sino mal. Ahí demostró Moisés su mansedumbre y no la dejó morir de lepra al orar por ella, Dios también probó su corazón. Algunos de los discípulos de Cristo dijeron: “Señor, podemos orar que caiga fuego sobre esta ciudad”, y el Señor les contestó: “vosotros nos sabéis de qué espíritu sois”. 

Dios le dijo a Miriam que tenía que estar fuera del campamento siete días y así lo hizo, y hasta que no quedó sana, el campamento no se puso en marcha. 

Permitamos al Señor desarraigar estos pequeños virus que tenemos en el corazón, las tormentas sacan a la luz lo que está escondido, todo el pueblo de Dios debe ser limpiado de la lepra del corazón y hasta que eso no pase el campamento de Dios no avanzará. 

Qué Dios tenga misericordia de nosotros.

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