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Adriana Lelión

LOS PLANES DE DIOS NUNCA FALLAN


Cuando salgo con Tita a nuestros paseos diarios, ella es un poco terca y quiere ir por donde le viene en gana, ella cree que es la que manda. Así que, me toca tomar las riendas de la situación y Tita se da cuenta quién es realmente la que maneja la situación y quién tiene el control. Aunque le permito explorar ese pequeño mundo, ella debe ir por donde la voy guiando.


A veces Dios tiene que recordarnos que Él es quien tiene el control de las circunstancias, Él es quien manda. Nuestra naturaleza es cerrera y quiere tener el control de las situaciones, pero querer ser Dios es desgastante, improductivo y no trae vida, su Gracia nos quita ese peso de encima y podemos descansar plácidamente en Él porque aprendemos que Él no nos necesita, en Él está el poder y la fuerza para lo que sea. No tenemos que jugar a ser Dios, Él es suficiente.


“… porque sin mí nada podéis hacer”. Juan 5: 5


“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque (mi) potencia en la flaqueza se perfecciona. Por tanto, de buena gana me gloriaré de mis flaquezas, para que habite en mí la potencia de Cristo”. 2 Corintios 12: 9


“Porque así dijo el Señor DIOS, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra Fortaleza; y no quisisteis…” Isaías 30:15


Esto fue lamentable para el pueblo de Israel y es un llamado para nosotros hoy, ellos confiaron en sus caballos y nosotros tendemos a confiar en nuestro instinto, nuestras capacidades, nuestras fuerzas, nuestro ingenio, nuestra inteligencia, nuestras buenas y cristianizadas ideas, y en todo lo demás.

Querer controlarlo todo nos roba su paz en nuestro corazón y perdemos nuestro descanso en Él. Las cosas no siempre saldrán como esperamos, nuestros planes pueden fallar, pero los planes de Dios nunca lo harán.


Si algo de lo que estamos haciendo nos roba la paz, es mejor parar, detenernos y oír lo que el Señor tiene que decirnos al respecto, quizás no significa un NO rotundo, quizás es un ESPERA.


No podemos crear nuestras agendas y tratar de que el Señor se meta en ellas, nosotros nos adherimos a la agenda de Dios y dejamos que el Señor obre su fuerza en nosotros para hacer la labor que Él mismo nos ha encargado, actuar fuera de su voluntad es hacer la labor de Él con nuestra capacidad y en nuestras fuerzas.


Michael Clark escribió recientemente:

“Oh, cómo la carne quiere correr delante de la dirección de Dios. Al hacerlo, perdemos la unidad de mente que es nuestra con la mente de Cristo. Cuando Dios nos está guiando todo es simple. Todo encaja en nuestras vidas, pero no necesariamente de la manera en que lo hubiéramos planeado de acuerdo con nuestro pensamiento carnal, sino de acuerdo con Su maravilloso conocimiento previo y la guía del Espíritu Santo. Algo puede ser la voluntad de Dios, pero también tiene que hacerse a la manera de Dios y en Su tiempo”. [1]

Un ejemplo claro y contundente de esto es la vida de Abraham. Recordemos que Isaac nació según la Vida de Resurrección, por eso fue una obra exclusiva de Dios, el Señor resucitó en Abraham y Sara lo que estaba muerto en ellos. Isaac nació por la vida de Dios, por Su poder, fue Su obra, no la de ellos. Ahora podemos entender la razón de que el Señor reprobara el nacimiento de Ismael, ¿verdad? Todo aquello que nace de la obra de Dios es espontáneo, no es forzado, todo aquello que forzamos, que pierde la paz y la espontaneidad de Dios viene de nuestra carne.


Los días que ocupamos tratando de ayudarle a Dios son tiempos perdidos para Él, trece años en la vida de Abraham no fueron contados, hubo silencio por parte de Dios, porque metió su mano en los asuntos del Señor, le quiso ayudar a Dios bajo sus propias fuerzas y engendró a Ismael.


En el silencio de Dios se muere nuestra autosuficiencia y nuestra necesidad de desear controlarlo todo.


Señor ayúdanos a obedecerte en las maneras que nos muestres diariamente, a seguir la dulce y la espontánea guía de tu Espíritu Santo sin la interferencia de nuestra carne, ayúdanos a no escuchar los cantos de sirena de nuestra voluntad que nos llevan fuera de ti y de tu descanso, que escuchemos tu voz en el silencio de nuestro corazón.


Y que entendamos que tú tienes el control de todas las cosas, que nada se sale de tu mano, que todavía el Cielo gobierna en medio de las guerras de los hombres y de nuestras circunstancias. Libra a nuestro planeta de una tercera guerra mundial y si lo permites, que sepamos que tú guardas nuestras vidas bajo el abrigo de tus alas y que todo tiene un propósito, que tu luz ilumine la profunda oscuridad que se cierne en Rusia y en Ucrania. Nuestra esperanza está puesta en ti. Te lo pedimos en el glorioso nombre de nuestro Señor Jesús. Amén.


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