“Me harás saber la senda de la vida; plenitud de ALEGRÍAS hay con tu rostro; deleites en tu diestra para siempre”. Salmo 16:11
“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis PAZ. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. Juan 16:33
Alegría y Paz son las palabras que el Señor me regaló para este año, su propósito es forjarlas en mí día tras día, trabajarlas en mi corazón hasta que sean marcadas en mi ser.
El Salmo 16 es un bello canto o poema de David, es un Salmo profético sobre nuestro Señor Jesús.
Este versículo en particular toca profundamente mi corazón, porque a veces las cosas que suceden a mi alrededor, las actitudes y las palabras de los demás, logran robarme la alegría y la paz. Y lo que el Señor desea es que no las pierda, sin importar las circunstancias y las personas que me rodean. Es imposible controlar las situaciones de la vida diaria y mucho menos controlar la forma de ser de los demás o lo que dicen, y no puedo permitir que eso me robe la paz y la alegría que el Señor me da.
Cuando leo acerca de la vida del Señor Jesús, me maravillo con su tranquilidad en momentos cruciales, ya sea con las circunstancias o con las personas que lo rodeaban. Fueron tantas las situaciones que el Señor vivió que podían robarle su alegría y su paz, pero no lo hicieron. ¡Cuánto de Él nos falta, cuánto de Él necesitamos diariamente!, no es esforzándonos para obtenerlo, es dejando que Él viva lo que Él es en nosotros.
Estorbamos en el camino de Dios, si nos quitamos de su camino y le permitimos a Él obrar, las cosas serían diferente. Necesitamos aprender a hacernos a un lado para que Dios trabaje en nuestro corazón. Rendirnos es la respuesta de Dios a todo nuestro esfuerzo.
No ha sido fácil que estas palabras hagan mella en mi corazón, ha sido un trabajo de Dios continúo, constante, intenso y lleno de experiencias para forjar su alegría y su paz en mí. Esa alegría que sobrepasa cualquier situación por dura que sea y esa paz que sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4: 4,7).
Si hubo alguien que experimentó el deleite y la plenitud de alegrías de la presencia del Señor en su vida fue el rey David, aun en medio de las circunstancias más duras por las que tuvo que atravesar.
Esa palabra es mi esperanza, su rostro está lleno de plenitud de alegrías, todo está completo en Él, no hay tristeza en Dios, su alegría es plena. Dios está satisfecho en sí mismo y me da a conocer la senda de la vida a través de Jesús, en su diestra hay deleites para siempre, su diestra es agradable, dulce, suave, su presencia es amor y gozo, su amor es mejor que el vino, solo en Él se encuentra la verdadera alegría del corazón, nada en este mundo por muy bello que sea nos llena de deleites, nada podrá satisfacernos como solo Él lo puede hacer, la alegría de nuestro corazón está tan solo en Él.
En el mundo tendremos aflicciones, desilusiones, problemas y tantas cosas más, de eso no podemos escaparnos, pero en Él hallamos la alegría y la paz en plenitud. Esa paz que calma toda tempestad y que aplaca los vientos más impetuosos.
La palabra paz en el griego en este segundo versículo es “eirene”, que significa tranquilidad, descanso. Él es nuestra tranquilidad, Él es nuestro descanso. También significa “paz mental”, cuando esos pensamientos inquietantes nos generan ansiedad, el Señor nos otorga esa paz mental, esa paz que no será alterada por nada, pues la tranquilidad de su presencia está ahí. (Ver Mateo 8: 23 – 27). Él es el Príncipe de Paz, está aquí y ahora, disponible para todos nosotros.
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cansados que yo os haré descansar” Mateo 11: 28
“Eirene” también significa totalidad, cuando todas las partes fundamentales están unidas, esa paz es el regalo de Dios en plenitud. Así que su alegría y su paz son plenas, están completas.
El descanso de nuestra alma es dejar que el Señor tome el control de nuestra vida, descansar de nuestras obras, descansar de nosotros mismos y rendirnos, aprender a obedecer en esas pequeñas obediencias del día a día que son las que más nos cuentan. Entrar en el descanso de Dios es morir a nuestros intereses, a nuestros motivos, a nuestra fuerza, nuestra iniciativa, a nuestra voluntad. Ese es el verdadero Shabat (Ver Hebreos 4).
El Señor nos dijo que sin Él nada podíamos hacer (Juan 15:5), y si nos apegamos a Cristo diariamente sabremos su dirección y sus movimientos en todas las cosas, y conoceremos la mente del Señor en los asuntos de nuestra vida, esto nos traerá la paz que va más allá de todo entendimiento y conoceremos la plenitud de alegrías en su rostro.
¿Qué es lo que el Señor quiere trabajar en tu vida este año? Házmelo saber.
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