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Adriana Lelión

PERDONANDO LA OFENSA 1 PEDRO 2: 23



Hace poco alguien me ofendió con sus palabras y me molestó, rumié sus palabras por varios días. Hasta que me di cuenta que el Señor estaba sacando a la luz una verdad, todavía estoy viva y las cosas que los demás me dicen o hacen aún no me resbalan. A un muerto no le duele nada, ¿verdad?


El Señor me llevó a 1 Pedro 2: 23: “quien cuando lo maldecían no retornaba maldición, y cuando padecía, no amenazaba, sino remitía la causa al que juzga justamente”


Y caí en cuenta que esta carta fue escrita por aquel discípulo que cortó la oreja del soldado. Pedro trató de defender a su Señor, estaba enardecido, él creyó que Jesús necesitaba que lo defendiera, Jesús necesitaba que Pedro orara para que no entrara en tentación. Y les confieso que yo hubiera querido que me defendieran, pero ningún Pedro apareció (menos mal).


Y la respuesta de Jesús fue sanar la oreja de este soldado, fue lo último que hizo antes de ser arrestado, sanar. Esta palabra quebrantó mi corazón, Pedro no anticipó este acto de Jesús, sin embargo, ¡qué gran enseñanza para Pedro y para todos nosotros!, todavía nos gustaría ir sacando espadas y cortando orejar por doquier, Jesús amó a este soldado y le restauró su oreja; luego Pedro años después escribe esto en su carta.


La vida no es justa y existen personas que te hieren, quizás porque también son personas heridas y vacías del amor de Dios, tal vez hoy fuiste herido de alguna o de otra manera y esa ofensa te llegó hasta lo más profundo de tu corazón y no has podido dejarla ir, pero hoy el Señor nos da una salida, dejar en Sus manos nuestra causa y perdonar como lo hizo Él, perdonar no con nuestro amor limitado y natural, sino con el amor de Cristo en nosotros, ese amor que es ilimitado. El Señor conoce los motivos del corazón y Él obrará en aquella persona que te ofendió y que te hirió.


Así que, quiero compartir contigo la oración que hice y puedes unirte a ella, perdonar no es fácil, el Señor lo sabe, olvidar tampoco, pero para Dios todo es posible, Su amor arrasa con todo el odio y el rencor.


“Señor tú me has amado y me has perdonado de una forma increíble, todo lo que hice fue perdonado por ti, deseo amar y perdonar porque tú lo hiciste por mí, no quiero guardar rencor, no importa lo que me hagan, que tu amor y tu perdón sean perfeccionados en mí y pueda transmitir esa gracia y esa misericordia que he recibido de ti. Enséñame el estilo de vida del perdón, yo elijo perdonar y decido que tu Espíritu me enseñe una vida de indultos. Quiero perdonar para no llevar un registro de errores, yo te dejo a las personas que me han herido, te las confío a ti, tú sabrás como corregirlas y sanarlas porque quizás también son personas heridas, quiero perdonar a …. de una vez por todas y dejar ir todo mal recuerdo y todo resentimiento, decido amarlo(a) y perdonarlo(a) porque tú me amaste y me perdonaste. Abrázame Señor Jesús y dame la fuerza para seguir adelante después del insulto, de la ofensa, dame el amor que rompe barreras y que todo lo perdona”. Amén.


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