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Adriana Lelión

PERMANECIENDO EN ÉL


¿Alguna vez has recostado tu cabeza sobre el hombro de alguien? Se siente bien ¿verdad? Cuando el Señor habló en Juan 15: 5 de “permanecer en mí”, se me viene a la mente esa bella imagen, no sé porque, nosotros colocando nuestra cabeza en su hombro y reposando en Él, en un compañerismo absoluto, en una confianza genuina, en una seguridad de que el Señor hará en nosotros por su buena voluntad y por su gracia todo lo que ha determinado hacer en nuestras vidas.


Las ramitas de la Vid están ahí, pegadas, sin más ni más, dando el fruto. Y la rama no dará fruto hasta que haya encontrado su vida en la Vid Verdadera. Estamos morando EN Cristo y Él dentro de nosotros, conociéndolo cada día, escuchando el susurro de su voz en nuestro interior, observando sus formas, experimentando sus caminos y sus tratos con nosotros, caminando con Él en una relación íntima cada día. Y aparte de Él no podemos hacer nada, aparte de una permanencia en Él nada tendrá sentido para nosotros. Vivimos porque Él vive y ahora Él es nuestra vida. Sin esa unión no tenemos nada. Teniéndolo a Él lo tenemos todo.


La diferencia entre un cristianismo vivo y una religión muerta es que lo primero tiene a una Persona y lo segundo solo tiene una doctrina más, una creencia más, un requisito más por cumplir, un rito más por elaborar. ¿Qué tenemos nosotros? ¿En dónde reposa nuestra cabeza? ¿A quién permanecemos unidos? De eso depende el fruto que demos.


El único objetivo de la existencia de la Vid es el fruto. El palo de la vid no sirve para nada, con ella no puedes construir una casa, las ramas existen para dar el fruto de las uvas.


Y vino Palabra del SEÑOR a mí, diciendo: Hijo de hombre, ¿qué es el palo de la vid más que todo palo? ¿El sarmiento qué es entre los maderos del bosque? ¿Tomarán de él madera para hacer alguna obra? ¿Tomarán de él una estaca para colgar de ella algún vaso? He aquí, que es puesto en el fuego para ser consumido; sus dos extremos consumió el fuego, y la parte del medio se quemó; ¿aprovechará para obra alguna? He aquí que cuando estaba entero no era para obra alguna, ¿cuánto menos después que el fuego lo hubiere consumido, y fuere quemado? ¿Será más para alguna obra? Por tanto, así dijo el Señor DIOS: Como el palo de la vid entre los maderos del bosque, el cual yo entregué al fuego para que lo consuma, así he entregado a los moradores de Jerusalén. Ezequiel 15: 1 – 6.


Pero, si el Señor ve que estamos dando fruto, entonces ahí comienza lo bueno, pues nuestro Viticultor toma el cuchillo y nos disciplina, nos rompe en dos, nos reduce, nos disminuye para aumentar a Cristo en nosotros. Nos lleva al lagar y allí nos hace vino. La presión aumenta por todas partes, salen a la luz cosas en nosotros que deben ser tratadas, nos quebranta y el fruto se rompe en pedazos. La uva es exprimida en total agonía, comienza a ser prensada con la presión exacta, ya que si hay una presión excesiva se puede frustrar el resultado. De a poco en poco lo hace el Señor, así como sacó de a poquitos a los enemigos de la tierra prometida. “Poco a poco los echaré de delante de ti, hasta que te multipliques y tomes la tierra por heredad” Éxodo 23: 30. Los vinos de mejor calidad son prensados de manera lenta y suave. No obstante, como sea la presión, duele y la cruz es el lagar de Dios.


¿Cómo sacas el jugo de un limón si no lo exprimes? ¿Quieres jugo?, entonces licúa la fruta. No hay otro camino. Esa será la manera que podamos llevar vida a los demás, es la forma como las personas verán la vida de Cristo en nosotros y querrán eso que tenemos. ¿Quieres ministrar a otros de la vida de Cristo?, ¡¡cuánta prensa necesitamos!! El fruto es el carácter de Cristo forjado en nosotros. Y esa Vida surgirá en experiencias de sufrimiento. Una naturaleza se está forjando en nuestro interior, Cristo está aumentando, Él es la Vid verdadera, lo demás es falso.


Si el Señor te está poniendo en mayor presión, si está causando más quebrantamiento, si te está llevando al lagar, si te está rompiendo y aplastando, es porque el Señor quiere más del fruto de su vida en ti.


Abrazando la cruz, tendremos la Vida de Cristo, en la muerte a nuestra propia vida, poseeremos su vida resucitada. Los sufrimientos de Cristo significaban Vida. Él fue prensado en el lagar de Dios y hoy podemos aceptar la cruz, abrazarla con fuerza y permanecer en Él para llevar más del fruto de su vida.

Señor, oro por la persona que lee este mensaje, dale tu fuerza para resistir la presión de tu prensa, Tú estás forjando el carácter de Cristo en su vida, ayúdalo(a) Señor. Sin ti nada podemos hacer, queremos dar el fruto de tu vida, queremos permanecer pegados a ti como esas ramas dependen de la vid. Danos tu gracia en medio del lagar, que podamos abrazar la cruz sin medir el costo y le permitamos a nuestro buen viticultor cortar con su cuchillo celestial lo que deba quitar de nuestra vida para que una naturaleza sea perfeccionada en nosotros, la naturaleza de nuestro Señor Jesús. Amén.


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