Como el manzano entre los árboles silvestres, así es mi amado entre los hijos; bajo su sombra deseé sentarme, y su fruto fue dulce a mi paladar. Cantares 2: 3
¿Qué es lo que hace que sigamos a pesar de todas las circunstancias, de todas las pérdidas y de todos los dolores del alma y del cuerpo?, que hemos visto al Señor. El reino de los cielos es de los violentos y solo los violentos lo arrebatan, esto es ir más allá por el Señor, es no ser cobardes y levantarnos por Él a pesar de todos los obstáculos que tenemos en frente, a pesar de nosotros mismos.
Los levitas no están en la lista de Esdras, porque no fueron más allá, no fueron por el Señor; su herencia estaba en Dios, el Señor era su porción, no tenían heredad en esta tierra, su confianza debía estar puesta en el Señor; sin embargo, prefirieron Babilonia, ninguno salió de allí, despreciaron al Señor como su porción, prefirieron la comodidad de Babilonia que confiar en el Señor.
“Y los junté junto al río que viene a Ahava, y acampamos allí tres días; habiendo buscado entre el pueblo y entre los sacerdotes, no hallé allí de los hijos de Leví”. Esdras 8: 15
Con el Señor es todo o nada, en Él no hay términos medios, Dios no está pidiendo gente infalible, el Señor está pidiendo nuestro corazón; Dios nos perfeccionará en el camino a su manera, Dios quiere que pongamos nuestra vida por Él. Eso es ganancia, su vida por la nuestra. La razón es Él, es Él el que no nos deja desmayar, no nos deja claudicar y tirar la toalla. Es más, es dentro de esas experiencias de dolor en donde Jesús se da a conocer en mayor profundidad, es en tiempos de sequedad donde podemos beber de su agua y saciarnos.
Verlo a Él es la razón de nuestro cristianismo, ¿hemos visto al Señor o hemos visto un sistema de reglas y enseñanzas?, ¿qué o a quién hemos visto? Si lo hemos visto a Él lo hemos visto todo, esa es nuestra libertad, esa es nuestra emancipación, esa es nuestra vida y todo lo demás será alineado en nosotros para estar bajo ese propósito eterno de Dios. Que veamos a Jesús, que lo veamos en todo y en todos, que Él tenga la preeminencia en nuestra vida y en todo lo demás, en todo este vasto universo y en esta tierra. Cristo es la esperanza de gloria y este es el motivo de seguir adelante a pesar de todas las cosas. No es por nosotros, es por Él. Toda oportunidad que Dios nos brinda en cada circunstancia es para mostrarnos que Cristo es el suministro infinito para nuestra vida.
Faraón no iba a dejar ir a este pueblo, lo tenía esclavizado, pero Dios quería revelarse a ellos e iba a hacer lo que fuera necesario para lograrlo. Cada cosa que ellos verían en su travesía sería un reflejo, una muestra de Cristo. Porque al verlo seremos emancipados del mundo, del diablo, del sistema religioso y de nuestro yo. La vida que tenemos ahora es la vida de Él, no somos algo en nosotros mismos. Verlo a Él debe ser el deseo de nuestro corazón, verlo cada día en mayor plenitud; si hemos dejado de sorprendernos es porque perdimos de vista el Señor Jesús. Él es la tierra de lejanas distancias y hay mucho que conocer de Él, no nos va a alcanzar la eternidad para hacerlo. Si hasta aquí llegamos y creemos que lo sabemos todo, estamos perdidos, Cristo es vida a cada paso, es novedad de vida en cada momento, hay tanto de Él para conocer. Nuestro Señor Jesús es tan profundo, tan inmenso, que cuando conoces algo de Él sabes que hay mucho más.
Que habite el Cristo por la fe en vuestros corazones; para que, arraigados y fundados en caridad, podáis bien comprender con todos los santos cuál sea la anchura y la longitud y la profundidad y la altura, y conocer la caridad del Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. Efesios 3: 17 - 19
Si has visto a Jesús eso marcará tu vida para siempre, un encuentro con Cristo es letal, cuando Él nos conquista, Él nos libera completamente para Él. Eso es lo que necesita el mundo, verlo a Él, no que les digamos a las personas ─deja de hacer esto o aquello, haz esto o aquello─, cuando ellos vean a Jesús serán cautivados por y para Él.
¿Qué hizo que Pablo dejara todo atrás?, ¿Qué hizo que dejara a un lado todos sus conocimientos, todo su linaje judío, todo lo que un día había conocido de Dios dentro de los muros de la religión judía? Que vio al Señor Jesús y esto lo transformó. Podemos asistir a las congregaciones o parroquias por años, pero ser los mismos, porque verlo a Él es la cuestión de todo, es la cuestión de nuestra vida cada día. Verlo a Él de una manera nueva y fresca todos los días. Pablo estaba pleno en Jesús, en Él lo había visto todo, había visto al Señor y todo lo demás quedó eclipsado, todo perdió el brillo a su alrededor. Es un significado tan profundo ver al Señor Jesús.
El pueblo de Israel se perdió de todo esto en el desierto porque solo vieron obras, solo vieron resplandecer el rostro de Moisés con una luz que se fue apagando. Porque no quisieron verlo a Él directamente. Dios les iba a mostrar en cada paso, en cada jornada algo de nuestro Señor Jesús, una característica, un nuevo nombre, pero estaban tan ocupados en sí mismos, estaban ocupados de sus necesidades diarias, de su comida, de su bebida, temblaban a causa del desierto y de los peligros, estaban buscando el quiebre de Moisés, andaban tan ocupados en sus quejas y en sus dolores, estaban viendo el costo, no la Vida, que se lo perdieron todo.
Podemos perdernos de eso también hoy aquí y ahora por estar en otras cosas, por estar absortos en nosotros mismos. Dios nos libera para conocerlo a Él. Apaga las luces, deja todo en oscuridad en la noche y podrás ver las estrellas brillar con todo su esplendor en el firmamento; apaga todo lo demás en tu vida, todas las distracciones de este mundo y de este mundo religioso con sus reglas y con el sin número de cosas por hacer y no hacer. Apaga tus conceptos y todas tus concepciones de Dios, todos tus paradigmas y deja que su luz brille en tu interior y conócelo. Ahora ya no tenemos las sombras, ya no tenemos los símbolos, ahora tenemos a Cristo morando en nuestras vidas por su Espíritu.
Si lo miramos a Él, todo lo demás perderá su brillo; si lo miramos a Él, nuestra Biblia no será un libro más, no será un conjunto de reglas, normas morales o un sistema de cosas por hacer y cumplir, veremos que desde el Génesis hasta el Apocalipsis se trata de Cristo. Cuando lo hemos visto, nuestra obediencia será espontánea, no esperaremos a que alguien nos diga lo que debemos hacer o no hacer, lo haremos porque hemos visto al Señor, porque su amor ha conquistado cada parte de nuestro corazón.
En el libro del Éxodo se nos dice: “… estas son las cabezas de los padres de los levitas por sus familias. Este es aquel Aarón y aquel Moisés, a los cuales el Señor dijo: Sacad a los hijos de Israel de la tierra de Egipto por sus ejércitos” Éxodo 6: 25ª - 26. Todo comenzó con dos levitas, Moisés y Aarón. Y en Esdras ya ninguno de los levitas quiso salir con el Señor, ninguno quiso que su porción fuera el Señor. Cuando nuestra porción es Él no nos importa a dónde nos lleve, iremos con Él, ya no mediremos el costo ni siquiera la recompensa, lo miramos a Él y eso nos bastará. Cuando somos de Él y Él es nuestro podemos ir más allá de nosotros mismos y de todo lo que nos ofrece este mundo, y más allá de este sistema religioso de formas y costumbres, rituales y cosas por hacer y cumplir. Cristo es la razón y lo vale todo.
Entonces Jesús les dijo: "De cierto os digo, que, si no coméis la carne del Hijo del hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que continúa comiendo mi carne y bebiendo mi sangre ya posee la vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. Quien continúa comiendo mi carne y bebiendo mi sangre continúa viviendo en unión conmigo y yo en unión con él. Juan 6: 53 – 56 (Versión Williams).
¿Qué es tu cristianismo?, si es Jesús, entonces Él será nuevo cada día para ti, será deleitoso, desearás conocerlo en mayor profundidad y en mayor plenitud. Así como el maná en ese desierto era nuevo, fresco y deleitoso con cada amanecer. Tu corazón arderá dentro de ti mientras Él te habla sus palabras de vida eterna al oído de tu corazón en cada despertar. Amar a Jesús y conocerlo es algo de todos los días de tu vida.
“Mi única posesión es tu amor;
En la tierra abajo o en el cielo arriba,
No tengo otra tienda;
y aunque con fervor rezo,
y te importune día tras día,
No te pido nada más”.
C.H Spurgeon
Hasta la próxima.
A.L.
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