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Adriana Lelión

REDIMIENDO EL TIEMPO



Hace un tiempo estuve meditando en el libro de los Hechos y me llamó la atención el capítulo 24. Félix siempre requería de Pablo y lo hacía ir vez tras vez y Pablo le hablaba, pero Pablo no tenía la libertad de negarse porque estaba encarcelado y duró dos años hablándole sin ningún resultado.


Esto me llevó a reflexionar acerca de las cosas que uno comparte y del tiempo que uno invierte en ello. El tiempo es corto, los días se pasan tan rápido y es necesario aprovechar cada día y más de las cosas que compartimos del Señor, pero hay que aprender qué cosas compartir y qué no, a quién compartir y a quién no.

Como dijo Chip Brogden: “Los que somos libres debemos tener cuidado de no encontrarnos pasando todo el tiempo hablando con un Félix cuando hay un Cornelio orando para escucharnos decir las mismas palabras que Félix da por sentado”.

Cuando uno escribe o comparte de los caminos de Dios, aprende que muchos leerán y, sin embargo, sus corazones no serán tocados, no entenderán nada, estos libros serán guardados en una gaveta y olvidados, hasta cuando el Señor haga su obra en esa vida, porque la cuestión es del corazón; cuando el corazón se abre y está dispuesto a escuchar la voz de Dios, sin predisposiciones y sin argumentos, sino dejando a Dios obrar, estos libros, estos mensajes, estas enseñanzas cobrarán vida, pues Dios trae su luz a los hambrientos y sedientos de Él.


Solo le pido a Dios que estas perlas envueltas en papel bond, sean leídas por aquellos que tienen hambre y sed del Señor, que no caigan en lugares pedregosos y llenos de espinas, y que como dijo el Señor Jesús en Mateo 7: 6, no sean pisoteadas por los cerdos.


Se requiere un toque de Dios basado en la disposición del corazón, el problema no está en el intelecto sino en el corazón. Félix podía ser muy inteligente y estaba en una posición de gobierno, pero no tenía un corazón para Dios, él solo quería ver como sacaba provecho de la situación (como la mayoría de los políticos), este hombre tenía un corazón duro, pero lo más triste es que muchos en el pueblo del Señor están así.


“Porque el corazón de este pueblo está engrosado, y con los oídos oyen pesadamente, y con sus ojos guiñan; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y del corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane”. Mateo 13:15


“Porque todavía no entendían el significado del milagro de los panes. Tenían el corazón demasiado endurecido para comprenderlo”. Marcos 6: 52


Necesitamos que el Señor limpie nuestros corazones y purifique nuestra conciencia con su sangre para comprender las cosas de Su Espíritu, que podamos tener un corazón abierto para recibir y responder a la luz de Su vida a través de una enseñanza, un artículo, un libro y a través de Su misma Palabra, porque la palabra de Dios es viva y está en movimiento, pero se necesita un cambio de corazón para ver Su luz y tocar Su vida, como dijo Frank Viola: “No solo leemos la Biblia, sino la Biblia nos lee” o como dijo una amiga en el lanzamiento del libro “Amor Desbordado”: “Dios nos invita a conocerlo y a reconocernos en Su Palabra como lo hacemos frente a un espejo”.

“Y las semillas que cayeron en la buena tierra representan a las personas sinceras, de buen corazón, que oyen la palabra de Dios, se aferran a ella y con paciencia producen una cosecha enorme”. Lucas 8: 15


Las redes sociales son muy complicadas, pero confío en Dios que Él obrará en los corazones que tenga que obrar. Sin embargo, yo me he visto perdiendo el tiempo con gente que da por sentado las cosas.

Como dijo Frank Viola: “Alguien que ya no se sorprende es muy probable que haya dejado de crecer espiritualmente”.

Quizás por eso era que el Señor no perdía tiempo con los fariseos, pues una mente farisea nunca entenderá de las profundidades del Señor Jesús, está demasiado ocupada con la letra que mata y en encontrar fallas, para una mente así, las palabras del Señor Jesús son herejía, su naturaleza arrogante nunca le permitirá tocar la Vida del Señor Jesús.

Que el Señor nos dé discernimiento y nos lleve a donde aquellos que tienen hambre y sed de conocer más y más de sus profundidades, que el Señor nos enseñe a redimir el tiempo y a ser sensibles a su voz, quizá haya por ahí algún eunuco deseando que le expliquemos aquello que no comprende.


Hasta la próxima.

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