Mas él se apartaba a los desiertos, y oraba.
Lucas 5:16 JBS
Jesús nunca dio por sentado nada, se retiraba a orar a Su Padre. No se puede bajar la guardia por uno o dos días, no se puede dejar que las cosas pasen y ya. La transformación es algo de todos los días, de cada momento, de todo el tiempo.
Resolver eso dentro de nosotros mismos ahora, no mañana. Dice una frase que escuché: "es mejor tener 50 enemigos fuera de tu casa, que uno dentro", eso que está ahí, que no se ha rendido al Señor y que a veces toma fuerza en nosotros debe ser desarraigado y sometido a Dios.
Hay que cazar esas zorras pequeñas que amenazan con dañar el viñedo del amor del Señor, cuando las vides están en flor; la floración determina el volumen de la cosecha.
Esas pequeñas cosas que hacen parte de nuestra naturaleza y que se arraigan deben ser destruidas porque dañan el fruto de la vida del Señor en nuestras vidas. Cada día hay que rendir a Él aquellas cosas que se asoman de nuestra vida natural. Dios debe darle muerte a esta carne cada día.
Esto se aplica también a su vida matrimonial, no deje que esas pequeñas cosas se queden ahí y que con el tiempo toman fuerza y dañan el primer amor de su hogar, hay que cazarlas antes que hagan daño.
Los tratos que Dios aplica en nosotros nos corrigen y si no aprendemos la lección, toca repetir el curso. Bendito sea el martillo, el yunque, el cincel y el fuego de Dios que hacen esta labor.
No bajemos la guardia, oremos al Señor cada día, todavía estamos en esta tierra.
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