La presencia de Dios se siente tan alcochadita cuando las piedras del camino molestan nuestro andar. Mientras las circunstancias de la vida nos golpean y las corrientes turbulentas pueden arrastrarnos, la presencia de Dios es inmutable y permanece quieta y callada en medio de cualquier tempestad.
Una vida con Dios no nos promete menos angustias, nos promete que a pesar de las angustias Dios será nuestro soporte si ponemos nuestra confianza en Él. Él no nos prometió una vida libre de problemas y dificultades, nos prometió su presencia.
Todo obra para bien y nada es para siempre, las dificultades son transitorias como las estaciones climáticas y aunque no escaparemos de ellas mientras vivamos en esta tierra, su amor nos llena.
¡Su presencia es el nuevo amanecer de cada mañana!
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