Una palabra contundente entre dos conversaciones. El joven rico, amado por Jesús, pensó que haciendo lista de chequeos entraría al Reino de lo Cielos. No es suficiente agradar a Dios de manera ordinaria, no es suficiente observar el ritual de la Ley, ir a las ceremonias y llevar a cabo todo lo que es externo, incluyendo cumplir cada mandamiento por la fuerza de nuestra alma, para luego jactarnos ante Él. Dios busca algo más, en lo interno, hasta las profundidades de nuestro ser, busca romper cada apego del corazón y que podamos seguirlo a pesar del costo tan alto.
La segunda conversación fue con el más emotivo de Sus discípulos, Pedro. Este le preguntó ¿qué obtendremos de ti si te seguimos? Y fue como si el Señor le respondiera, "por ahora nada, hasta la regeneración" y le planteó lo mismo que al joven rico, quien no deja padre, madre, hermanos, hermanas, mujer, marido, hijos, casas y todo lo demás no es digno de Él, nuevamente el problema estaba en los apegos del corazón.
Cristo no estaba en ese momento, ni lo está ahora, colocando medallas en el cuello ni entregando trofeos. Él habla de algo más profundo, la Vida Eterna. Cuando Cristo es nuestra Vida, nuestro corazón instantáneamente se va por Él, no necesitamos recibir nada, ni exigir nada, cuando nuestro amor es por Él, todo lo demás estará en equilibrio y vendrá la recompensa algún día, pero ¿qué más recompensa que verlo a Él cara a cara?
En nuestra naturaleza es imposible soltar los apegos del corazón, pero Su promesa es que para Dios todo es posible, si le permitimos desprendernos de todo lo que le roba Su lugar en nuestras vidas, Él lo hará. El Señor ocasionará una ruptura y llegará a la raíz del asunto por Su poder y a Su manera, porque lo que es imposible para nosotros es posible para Dios.
¿Nos devolveremos como el joven rico o seguiremos adelante como el emotivo Pedro, dejándonos tratar el corazón?, que con todo él le siguió y se convirtió en columna del templo del Señor.
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