He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo; y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría. Salmos 51: 6
Qué desgarradoras fueron estas palabras del rey David cuando fue confrontado por el profeta Natán. Un hombre ahogado en sus propias mentiras fue descubierto y puesto en evidencia; porque no hay nada enterrado que no salga a la luz. David debía morir, él había sido el autor intelectual del homicidio de Urías. Y David sabía la ley con respecto a esto. Solo podía apelar a la infinita misericordia del Señor.
Dios ama la verdad desde adentro hacia afuera. Sin embargo, nos hemos acostumbrado a mentir, a hablar medias verdades, a esconder cosas en el fondo de nuestro corazón. Hemos mentido a los demás de una o de otra manera, nos decimos mentiras a nosotros mismos y otros también nos han mentido.
El Señor ama la verdad en lo íntimo porque Él es la Verdad y en Él no hay oscuridad, no hay nada oculto, todo está bajo el brillo de su resplandeciente luz.
Podemos engañar a los demás o a nosotros mismos, pero a Dios no. Mentimos para excusarnos, escondemos cosas para proteger nuestro orgullo o para evitar la verdad porque quizás duele. Y mentir se volvió tan natural, se normalizó, lo que llaman “mentiritas piadosas”. Sin embargo, mentira es mentira, no importa cómo la etiquetemos.
Porque no hay cosa oculta, que no haya de ser manifestada; ni cosa escondida, que no haya de ser entendida, y de venir a luz. Lucas 8: 27
¿Quién puede esconderse en lugares secretos para que yo no pueda verlos declara el Señor? ¿No lleno yo el cielo y la tierra declara el Señor? Jeremías 23: 24
Y nos ponemos del lado del diablo cuando hacemos esto, pues él es el padre de la mentira y es un mentiroso por naturaleza. Recordemos lo que hizo en el huerto del Edén, mezcló su mentira con verdad y hacer esto es como comer un frasco de Nutella mezclado con un poco de veneno, cuando te comes el chocolate, ya es demasiado tarde, estás muerto.
Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. Juan 8: 44
Confrontar las mentiras es lo único que podemos hacer en nuestra lucha contra el enemigo. Mientras el Señor quiere que todo salga a la luz, él desea que sigamos mintiendo, engañando, ocultando cosas, encubriendo información porque sabe que así sofocará nuestra vida y la llenará de oscuridad, hasta acabarnos por completo. El diablo es un asesino y quiere matar la vida de Dios en nosotros, quiere que nos convirtamos en asesinos también como él.
Nosotros somos hijos de la Luz, no de las tinieblas, Dios nos sacó de ese terreno y nos llevó a la Luz Admirable de Cristo. Estamos llamados como sus hijos a exponer las tinieblas donde quiera que ellas se encuentren, no a participar de ellas, somos llamados a desenmascarar al enemigo, no a unirnos a él y lo podemos hacer sin que nos demos cuenta.
Es por esto que cuando exponemos las tinieblas de una o de otra manera, al enemigo no le va a gustar y atacará por donde pueda. Y así ha pasado conmigo en los últimos meses, pues con este nuevo libro que escribí, expuse muchas cosas que están en frente de nuestros ojos y que a veces no las vemos o nos hacemos los de la vista gorda. Y al enemigo no le ha gustado y ha buscado atacarme, pero más poderoso es el Señor que está en nosotros, que el que opera en el sistema de este mundo.
Dios ama la verdad en las profundidades de nuestros corazones. En cambio, satanás ha enceguecido el corazón de los hombres con sus mentiras.
En los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la lumbre del Evangelio de la gloria del Cristo, el cual es la imagen de Dios. 2 Corintios 4: 4
La religión es solo un parapeto para ocultar muchas veces lo que está podrido en el fondo del corazón; nuestros rituales, reuniones, oraciones a veces solo esconden cosas que deben ser tratadas en nosotros y nos hacemos los locos. David era un hombre conforme al corazón de Dios, pero falló porque enterró algo en el fondo de su ser. Siguió haciendo sus labores como si nada y allí dentro de la caverna se encontraba su verdadero enemigo. Las partes internas de nuestro corazón pueden estar mal y lo único que hacemos es maquillarlas. Hace poco vi en un baño de un centro comercial a una chica con su ojo negro, ella trató de ocultarlo con su maquillaje y con su cabello, pero ahí estaba su gran morado en el ojo izquierdo.
Hay morados en el corazón y maquillar mis partes internas rotas, dañadas, necrosadas con maquillaje espiritual y religioso, no sirve de nada, eso no es verdadero, es falso desde su raíz y llegará el momento de salir a la luz y tendrá el poder de destruirnos, si se lo permitimos y no lo confesamos delante del Señor. Y pueden ser cosas que a nuestros ojos no son graves, no son del otro mundo, pero para Dios son mentiras y no hacen parte de la verdad.
Dios va a romper la cáscara que hemos construido alrededor de nosotros, nos va a desnudar parte por parte, Dios va llegar a la raíz de cada asunto en nuestra vida, para exponer las mentiras y arrancarlas de raíz. Dios va hacer una obra profunda en nuestros corazones hasta que amemos la verdad como Dios la ama y aborrezcamos lo falso como Él lo aborrece. Hasta que no haya nada de mentiras en nuestra vida.
Vivimos en un mundo de apariencias, mostrando lo que no somos, lo que no tenemos, para agradar a gente que a veces ni conocemos, para tener a todo el mundo contento. La vida social se ha convertido en una red entramada de falsedades. En los negocios hay muchas mentiras, en el trabajo se engaña para conseguir buenos contratos, para prosperar. No obstante, Dios no puede bendecir lo que ha nacido de la mentira y la falsedad. Tan solo mira las redes sociales, todo está lleno de verdades a medias, de apariencias. Mira el sistema de este mundo económico, político y religioso, hay falsedad por donde miremos.
Y esto es lo que quiere destronar de nuestro corazón el Señor y lo hará paso a paso, poco a poco, jornada tras jornada, si nos hemos decidido por Él. Si le permitimos tratar con nuestra vida, Él excavará muy profundo en nuestros corazones. Y entre más caminemos con el Señor, más meticuloso se volverá Él y ya no dejará pasar cosas por alto en nosotros. Y esto va más allá de la ética y la moral, pues tú me dirás “yo no robo, yo no mato”, pero nuestro estándar es Cristo, no los demás. Él ve las cosas muy distinto a como las vemos nosotros, sus caminos y sus pensamientos son muy diferentes, existe una vara de medir y es nuestro Señor Jesús. Y solo llegaremos allí por la obra de Su Espíritu en nosotros.
El corazón es engañoso sobre todas las cosas y sin remedio. ¿Quién puede entenderlo? “Yo, el Señor, escudriño el corazón y examino la mente, para recompensar a cada uno según su conducta, según lo que merecen sus obras”. Jeremías 17: 9 - 10
Dios no estaba en el patio trasero mientras Eva hablaba con la serpiente, Él se manifestaba físicamente a ellos, pero se les olvidó que Dios está en todo momento y en todo lugar, así no lo hubieran visto. El Señor estaba ahí aquel día, estaba viendo la escena, estaba enterado del asunto. Y cuando le metieron el mordisco al fruto, se dieron cuenta que estaban desnudos. Y se hicieron ropa interior con hojas de higuera y resulta que las hojas de higuera no son de algodón, son hojas ásperas debido a su pilosidad, así que no fue cómodo para ellos su nueva vestimenta, su medicina fue peor que la enfermedad.
Y encubrir nuestras mentiras no es tan chévere ni tan cómodo, no importa cómo tratemos de ocultarlas siempre será un verdadero problema; cubrirnos a nosotros mismos siempre será una muy mala decisión. Y cuando el Señor llegó, ellos se escondieron. Dios no estaba enojado por su desobediencia, Él llegó para hablar con Adán y Eva, Dios no se escondió, fueron ellos los que corrieron a buscar escondidijos porque las hojas no los cubrieron lo suficiente, entonces creyeron que los árboles sí lo iban a hacer. Así escondemos en el fondo de nuestro corazón las mentiras y aun las verdades que tenemos que decir.
Y cuando Dios les preguntó, en vez de hablarle, de arrepentirse, siguieron encubriendo los hechos echándole la culpa al otro, para finalmente echarle la culpa a Dios. ―La mujer que me diste estaba defectuosa―, en pocas palabras dijo Adán. Dice el dicho que cae más rápido un mentiroso que un cojo. Y cuando Dios miró a la mujer, ella culpó a la serpiente. Adán y Eva no solo desobedecieron, intentaron obtener algo sin Dios, con su esfuerzo propio, en independencia del Señor, poniendo en duda el amor de Dios por ellos, simplemente desconfiaron de Él. Qué diferente hubiera sido todo si hubieran confiado en el Señor, si se hubieran sentado a hablar con sinceridad, sin máscaras, sin echarse la culpa el uno al otro, sin ocultar nada, en un arrepentimiento verdadero. He ahí la diferencia entre David y ellos.
Qué diferente sería todo si nos sentáramos a hablar con el Señor y le dijéramos lo que hay en nuestro corazón, si le contáramos lo que nos hace arder el alma, si le permitiéramos sacar a la luz lo que está escondido en el fondo de nuestro ser. Si llegáramos cada día a la oración y le dijéramos: “Señor, examina mi corazón y arranca sin piedad lo que no te agrada, lo que no es Cristo en mí”. Dios ya lo sabe todo, pero desea que vayamos a Él, que confiemos en Él y en su amor para con nosotros. Nuestro Dios es confiable, no obstante, en vez de correr a sus brazos, huimos y nos escondemos detrás de nuestro servicio religioso.
Decir la verdad así duela, es más sano y más liberador que andar ocultando cosas. Las mentiras que otros dicen de nosotros nos hacen daño y satanás usa muchas veces a los demás para destruirnos de esa manera, usa las voces de las personas más cercanas para golpear nuestro corazón y herirnos; eso fue lo que pasó entre Adán y Eva, se dieron golpes el uno al otro, satanás había logrado con su mentira el objetivo de separarlos de una relación íntima con el Señor, había matado la vida de Dios en ellos y los desunió como pareja.
Yo lo he vivido en mi vida, mucha gente ha dicho mentiras de mí, me han acusado de cosas que no son y lo único que podemos hacer es desechar esas mentiras de nuestro corazón y de nuestra mente, y creer lo que Dios dice de nosotros. No podemos tomar la pócima venenosa de satanás, no podemos dispersar mentiras de otros ni podemos creer las mentiras que los demás dicen de nosotros, no podemos permitirle a satanás causar este daño. Esto destruye nuestra vida y nuestra relación con el Señor, y divide la familia, los amigos y el Cuerpo de Cristo.
El Señor Jesús debe ser revelado en nuestros corazones, allí en lo interno de nuestra vida nuestros ojos deben abrirse a Él, para que conozcamos que Él es la Verdad y que ama lo que es verdadero. Si hay algo falso en nosotros, estamos en terreno peligroso, somos débiles y podemos estar próximos a desmoronarnos. Tarde o temprano toda mentira saldrá a la luz y todo pecado nos alcanzará. En el Señor tenemos esperanza y Él quiere salvarnos de nosotros mismos en la cotidianidad de nuestra vida y quiere que expongamos las mentiras de satanás y no tomemos de su veneno.
Señor, te pedimos que nos reveles las mentiras que hay en nuestro corazón y te rogamos que las arranques sin piedad, que en tu nombre y por tu gracia podamos hoy renunciar a ellas. Señor, deseamos que reemplaces con tu verdad las mentiras que los demás han dicho de nosotros. Permítenos amar la verdad en lo íntimo de nuestro ser como tú la amas. Amén.
Hasta la próxima.
A.L.
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