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UN CORAZÓN PARA ÉL


Tomado de pixabay.com

Cuando escribo un artículo lo leo muchas veces, lo corrijo y lo publico. Pero algunas veces, cuando lo leo ya publicado, veo que quedaron algunos errores y entro en pánico.


Entonces, inmediatamente procedo a hacer las correcciones. Ojalá se pudiera hacer lo mismo con el ayer, que pudiéramos devolver el tiempo y corregir los errores del pasado. ¡Señor, necesitamos una máquina del tiempo urgentemente! Pablo, el apóstol, nos dio una mejor opción: “Dejar el pasado atrás y seguir hacia lo que está por delante”.


“Hermanos, yo mismo no hago cuenta de haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo al blanco, al premio del soberano llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. Filipenses 3: 13 - 14 JBS


Y el Señor nos dice en Isaías:


“No recuerden las cosas anteriores ni consideren las cosas del pasado. Yo hago algo nuevo, ahora acontece; ¿No lo perciben? Aun en los desiertos haré camino y ríos en los lugares desolados”. Isaías 43: 18 – 19 NBLA


En Cristo hay borrón y cuenta nueva. En el Señor tenemos un nuevo comienzo y nuestra mirada debe estar puesta en el supremo llamamiento en Cristo Jesús y no en el ayer.


Lo hecho, hecho está y como decía un amigo “no podemos llorar sobre la leche derramada”, pero sí podemos aprender de nuestros errores, arrepentirnos y permitirle al Señor enseñarnos en este presente y poner nuestro futuro en sus manos. Lo mejor está por venir, no en las cosas de este mundo caído, sino en Él. Dios redime nuestro pasado, las manchas de nuestra historia no nos definen, Dios es el redentor de nuestro peor momento, de nuestros fracasos y de nuestros desaciertos en la vida, y el Señor aun utiliza nuestras equivocaciones para hacer algo nuevo en nosotros si se lo permitimos.


Dios une las partes rotas de nuestra historia para hacer un hermoso vitral con ello para su gloria. Dios escribe recto en líneas torcidas, borra nuestros pecados y los echa en el fondo del mar, Dios corrige nuestras vidas en el presente para enseñarnos obediencia y escribe sus leyes en nuestros corazones con el fuego de la prueba para que aprendamos y para que la vida de Cristo sea forjada en nosotros. Nuestro futuro será brillante no por nosotros, sino por la vida de Él, hasta llegar a la plenitud de Cristo, hasta que Él tenga la preminencia y toda rodilla se doble y toda lengua confiese que Él es el Señor, y Él sea el todo en todos.


A veces me he sentido como una creyente hipócrita cuando veo mis faltas y esto me da ansiedad, como cuando veo un error en mis escritos; sin embargo, Dios me recuerda que soy polvo, que soy humana, que soy una pecadora que necesita de su gracia todos los días. Dios debe salvarnos de nosotros mismos en la cotidianidad de nuestra vida; no somos hipócritas, simplemente somos vasijas de barro deformes que deben ser formadas a la imagen de Cristo, para que la excelencia del poder sea de Él y no de nosotros.


Dios no busca gente infalible, gente que nunca se equivoque, Dios quiere gente con un corazón para Él, gente que se deje tratar, moldeables para Él, con un anhelo ardiente de tener la imagen de Cristo, con un corazón que reconoce sus errores, sus pecados, sus deficiencias y se aferra a la gracia de nuestro Señor Jesús.


Dios puede usar nuestra historia pasada y presente para hacernos más como Él. Si nos sometemos a sus tratos, a sus correcciones y disciplinas, Cristo aumentará y nosotros disminuiremos; no hay aumento sin disminución y no hay disminución sin su aumento, ese es el camino angosto. El Señor irá forjando a Cristo en nuestras vidas paso a paso e iremos llegando cada vez más al final de nosotros mismos por la obra de su Espíritu en nuestros corazones.


Hasta la próxima.


A.L.

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