Siempre tendremos un camino abierto con el Señor cuando nuestro corazón se derrama por Él. Alguien que tiene un corazón para Él, le seguirá donde Él vaya, irá hasta donde Él lo lleve, aún si lo lleva por el camino de la cruz, de la negación, de la renuncia, de la pérdida, hasta el final de su propia vida y de su propia voluntad.
Si alguien supo tener un corazón para el Señor fue Caleb, porque alguien que no escucha la voz popular es un corazón puesto para el Señor. Él fue hasta donde el Señor lo llevó, no hacia donde el estándar popular quería llevabarlo. El Señor deseaba que todo el pueblo fuera como Caleb.
Un corazón que se da sin reservas para el Señor, allí Dios encuentra su satisfacción. No nos reservemos nada para nosotros mismos, vivamos para buscar el placer de Dios y lo hallaremos.
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