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UNA ESPADA QUE TRASPASA LUCAS 2:35


“…. (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones”. Lucas 2:35

Estamos viviendo tiempos difíciles ¿verdad? Tiempos llenos de incertidumbre y nuestra única seguridad está en Cristo, no hay nada más seguro que la Roca de nuestra salvación. Es hora de buscar el rostro de Dios con más ahínco, la urgencia es real. Esta pandemia nos mostró que el mundo ahora es diferente, que la iglesia es diferente, que todo ha cambiado. Si no lo ha visto, le pido a Dios que le dé ojos para ver.


Este versículo es real hoy en nuestras vidas, tanto como lo fue en el pasado. Lo que hay en nuestro corazón será revelado, lo que somos en Cristo será revelado, necesitamos urgentemente una revelación nueva, fresca de nuestro Señor Jesucristo en el interior de nuestras vidas, para que todo lo que acontezca valga la pena, ver al Señor en el interior de nuestras vidas en majestad y gloria hará que, primero, lleguemos al final de nosotros mismos y caigamos rendidos a sus pies, y segundo nos dará la motivación de seguir adelante a pesar de todo lo que veamos a nuestro alrededor; las circunstancias podremos vivirlas porque sabremos que Jesús está en gloria, poder y majestad y es el Señor que tiene el control de todas la cosas.


Cuando realmente vemos al Señor en gloria y majestad, ya no podremos ser los mismos, algo dentro de uno ya no puede ser igual.


Verlo a Él en gloria y ser transformados en la misma imagen del Señor en un abrir y cerrar de ojos, hace que valga la pena cada sufrimiento, cada pérdida, cada vaciamiento, cada quebrantamiento, cada desilusión. La corona de espinas precede a la corona de gloria.


La gracia de Dios no solo nos proporciona salvación, ella hace por nosotros lo que nosotros no podemos hacer por nosotros mismos, la gracia es una persona. Llegar al final de nosotros mismos y ser vaciados por completo es conocer la gracia de Dios a través de la vida de Cristo.


“Cuando Moisés y Elías comenzaron a irse, Pedro, sin saber siquiera lo que decía, exclamó: «Maestro, ¡es maravilloso que estemos aquí! Hagamos tres enramadas como recordatorios: una para ti, una para Moisés y la otra para Elías»”. Lucas 9:33


Pedro como siempre en su impulsividad, queriendo prolongar algo que Dios no quería, entrometiéndose donde no ha sido llamado, deseando ser el líder y manejar las cosas a su manera, por eso dice Lucas: “sin saber lo que decía”, en un éxtasis de emoción, haciéndolo quizás con las mejores intenciones, pero sin el permiso del Señor; no obstante, tuvo que ser reprendido y fue puesto en su lugar. Estar ante el Señor y verlo en gloria y majestad es una experiencia devastadora para nuestra vida natural, para nuestra voluntad, para nuestra impulsividad.


Cuando lo vemos en majestad todo nuestro orgullo, nuestra sabiduría natural, nuestra impetuosidad, nuestra terquedad, nuestra obstinación, nuestras fuerzas quedan arrasadas por completo.


Verlo así sea solo un poco nos da la fuerza para seguir adelante, pues en Él todo es posible. Verlo a Él devasta todo lo que somos en la vida de Adán. Cuando se llega al final de nosotros mismos, la gracia se hará cargo de lo que no podemos hacer. Cuando llegamos a exclamar con todo nuestro corazón al final de cada crisis: “no yo sino Cristo en mí”, podremos estar seguros que Dios cumplirá sus promesas porque serán para su gloria, y para que sea más de Cristo y menos de nosotros.


Este es el objetivo de Dios al traspasarnos con su espada.


 
 
 

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