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Adriana Lelión

UNA MANDARINA ESTROPEADA


─ ¡Qué tonta! ─ me dije a mí misma cuando vi esa pequeña mandarina estropeada en la suela de mi zapato. No obstante, cuando le lancé agua para limpiarlo, esta mandarina exhaló un delicioso y penetrante aroma cítrico, a pesar de estar estropeada y haber sido arrastrada en el pasto del jardín.

¡Sopla tus vientos Señor sobre el huerto de mi vida, para que se desprendan todos los aromas en adoración a ti! Y cuando ellos soplan, nuestras vidas son trituradas como aquella mandarina en mi zapato.


Dios no va a cambiar nuestras circunstancias, Dios va a permitir que a través de ellas exhalemos el perfume de Cristo. Los tratos de Dios no solo disminuirán cada vez más nuestro yo y le quitarán toda su fuerza, sino que aumentarán a Cristo, Él será perfeccionado en nosotros día tras día y el fruto de Su Espíritu será formado en nuestro corazón cada vez más. Dios nos tritura a través de cada circunstancia enviada soberanamente por su Espíritu Santo a nuestras vidas. Sean los vientos del norte ─Aquilón─ o del sur ─Austro─, serán usados por Dios como parte del entrenamiento a cada uno de sus hijos. Y no solo bajo el viento cálido y húmedo del sur, también bajo el viento frío y tempestuoso del Aquilón, Dios hará que Su vida sea forjada en nosotros para que emanemos Su dulce aroma y Él pueda venir a SU huerto ─porque somos de Él─, y coma de la dulce fruta de Su vida que Él mismo ha cultivado en nosotros.

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